Los episodios de violencia ocurridos en la final quedarán como un capítulo oscuro
No
importa quién comenzó. Unos peloteros que se burlaron de la forma de celebrar
del equipo contrario, un anunciador interno que se refirió directamente a un
jugador rival. No importa el inicio. Importa que termine ya. Importa que jamás se
repita el bochorno de esta final.
Acusa el Magallanes que el lunes los dejaron
sin vigilancia en la cueva de la derecha, en Barquisimeto, y que les arrojaron
objetos al dugout. Antes de suceder los incidentes del martes, esto es increíble, un ejecutivo
nos comentó que por esa razón no había vigilantes cuidando al Lara: para que
sintieran lo mismo que sintieron los turcos la noche anterior.
Ojo por ojo.
Los
Navegantes celebraron estentóreamente en el estadio Antonio Herrera Gutiérrez y
los crepusculares sintieron que se mofaban de sus modos y sus gestos. Por el
sonido interno despidieron al Toro Zambrano con expresiones usadas en el coleo,
en alusión a su salida del choque, un momento desagradable para todo lanzador.
Diente por diente.
que con la anuencia expresa de algunos directivos, y con los demás mirando a otro lado, dejó de ser
una fiesta nuestro beisbol, esa magia que nos une como país durante todo el
año, pero especialmente entre octubre y enero.
Como en la capital larense
sonaron las molestas vuvuzelas (por cierto, prohibidas por todos los equipos
desde 2010), alguien en el alto mando turco propuso repartir vuvuzelas en el parque
José Bernardo Pérez, para atormentar a los visitantes con el mismo ruido
incesante.
Mano por mano.
Por fortuna, la mayoría de los directivos eléctricos rechazó
esa propuesta.
¿Cómo es que entonces se repitieron y potenciaron los
tristísimos episodios acaecidos en las finales de 2006 y 2011, cuando Leones y
Tigres, Aragua y Anzoátegui, convirtieron la batalla deportiva en encono y
acritud?
¿Quién dio la orden al sonido interno para poner canciones burlonas
dedicadas a cada jugador visitante? “Living la vida loca”, para Luis Valbuena. “La
negra tiene tumbao” y “Abuelito dime tú”, para Robert Pérez. La brasilera Xuxa,
para el brasilero Paulo Orlando. “La reina de la noche”, para Luis Jiménez. Y
así, interminablemente.
¿Quién dio la orden de arengar a las tribunas de un
modo que jamás había sucedido en la ciudad del Cabriales? No preguntamos quién
lo permitió, porque ya lo sabemos: lo permitieron los directivos de equipos y de la
liga, que no se pronunciaron ni ordenaron terminar con la vergonzosa situación.
Pie por pie.
sucedería. Que había molestia por lo que consideraban ofensas en su visita a la
urbe de los crepúsculos. A ellos, esa tarde, pedimos moderación, a partir del amor que
debemos al espectáculo que nos da alegría para el corazón y alimento para
nuestros hijos.
La liga sabía lo que ocurría y estaba dispuesta a hacer
contactos para bajar los ánimos, en caso de un eventual séptimo juego. Nadie
impuso la sensatez de inmediato, las cosas se salieron de control y pasó lo que
iba a pasar: dos intentos de gresca en el terreno y un percance sobre el dugout,
ahora en el bando occidental.
Tras la agresión aparecieron la vigilancia, la
policía y la Guardia Nacional. Pararon de sonar las canciones burlonas por los
altavoces. Los peloteros dejaron de mofarse de los contrarios. Y en la pantalla
gigante apareció un mensaje disonante, fementido.
Decía, ahora sí: “No a la
violencia”.
No importa quién comenzó. Mahatma Gandhi lo dijo con la brutal
franqueza de un buen panfleto: “Sigamos ojo por ojo y algún día todos seremos
ciegos”.
Publicado en El Nacional, el jueves 31 de enero de 2013.
En la temporada 2009-2010 cuando Tigres quedo eliminado en temp. regular y que su elimianción fue en su ultimo juego y de paso visitante en el JBP, también el sonido interno del estadio fue irrespetuoso con los jugadores de los Tigres, recuerdo que hasta el mismo pablo sandoval se burlo de la elimiancion de los Tigres, eso no es de ahorita, solo espero que no se repite con ningun otro equipo.
Estimado Ignacio,
Lamento disentir cuando repites 4 veces diciendo que no importa quien comenzara. De hecho, ahí precisamente está problema, porque nunca hay sanción. Si lo que paso en Barquisimeto o en Valencia sucediera en EE.UU. o en Europa habría una sanción. Se cerraría el campo y a puertas cerradas o en un tercer estadium se jugarían el juego o los juegos de sanción. Ésto nunca ha sucedido en Venezuela, de hecho que yo recuerde la primera final donde no hubo sanción, excepto acabar un juego en Valencia que comenzó en Maracaibo, fue la 1999-2000 entre Aguilas y Magallanes.
Sin sanciaciones los delitos no solo quedan impunes, sino que promueven nuevos delitos ya que nadie será sancionado, llamese: equipos, directiva, cuerpo técnico, jugadores y, sobre todo, publico en general.
Perdon, olvide despedirme.
Saludos
Oscar