Carlos Carrasco quedó a un strike del no-hit no-run este miércoles frente a los Rays. Un strike o algunos centímetros más en el salto que dio el camarero Jason Kipnis. Pero cuando sus Indios se preparaban para celebrar y más de 11.000 personas aplaudían en el Tropicana Field, Joey Butler rompió la magia con el único indiscutible que el larense permitió.
Carrasco lanzó 8.2 entradas de una rayita. Hizo 124 pitcheos, la mayor cantidad para él en un encuentro. Y ese último envío, antes de retirarse al dugout, marcó la diferencia entre ingresar o no al libro de récords.
Butler respondió con una línea que pasó sobre el intermedista, a pesar del esfuerzo de Kipnis. Dos hombres estaban en circulación por boleto y pelotazo abriendo la baja de ese noveno episodio, pero el venezolano se había repuesto, consiguiendo los siguientes dos outs. Entonces, cuando estaba cerca de ponchar a su adversario, éste arruinó la joya.
El nativo de Barquisimeto llegó al séptimo tramo sin permitir que le pisaran la primera base. Informó The Associated Press que es la primera vez en medio siglo que un mismo equipo, en este caso Cleveland, consigue que sus abridores lleven un juego perfecto hasta el sexto tramo en tres jornadas consecutivas.
El manager Terry Francona se llevó a Carrasco después de la conexión de Butler, que empujó la única de Tampa Bay, en un duelo que terminó con pizarra de 8 por 1. Antes de irse, el criollo aplaudió a Kipnis y le felicitó por su esfuerzo fallido.
El estadio ovacionó al diestro, en su camino a la cueva, a pesar de ser visitante en St. Petersburg.
Ignacio Serrano