El reto de César Hernández

Regresamos a nuestras
andanzas luego de un tiempo de retiro. Hacer mutis permite ordenar ideas y
estructurar los pensamientos, por eso estos tiempos de meditación son
importantes. Comencemos entonces con nuestras entregas periódicas, la cual
haremos a través de las bondades de la Internet.

Hay muchos temas de que hablar, más quisiera concentrarme en
el de César Hernández. El segunda base de los Filis se ha ganado su puesto como
camarero de la tropa blanquiroja a punta de batazos. El criollo ha estado
bateando consistentemente y esta ha sido la principal razon de su titularidad,
aunada a la lesión de Chase Utley, en el segundo cojín.

Desde que comenzó a jugar a diario y fue confirmado como el
dueño de la posición, Hernández batea para .320 (125-40) con .388 de OBP y
nueve extrabases –dos triples y siete dobles–, lo que demuestra el porqué le
dieron semejante responsabilidad. Este accionar en grado superlativo comenzó el
6 de junio pasado y se ha prolongado a lo largo de 34 juegos.

En días pasados, el ahora mánager de los cuáqueros, Pete
Mackanin dijo “uno de los atributos de César es su capacidad para realizar los
doble plays y batear para contacto”. Cualquier estratega moriría por tener un
camarero con estas características, puesto que la función principal de un
camarero es hacer de manera acompasada la doble matanza.

Cómo queda, de cara al futuro, Hernández dentro de los
Filis. Utley fue un pelotero rendidor en su época, pero muy caro debido a las
lesiones. Cuando estuvo sano destrozó la liga, pero fue más el tiempo que
pasada en la lista de incapacitados que en el terreno de juego. Es una época
dorada, una memoria feliz, la cual debe ser superada por los fanáticos de
Filadelfia. Por lo pronto, ya no habrá poder en esa parte del terreno.
Hernández aporta velocidad, tal y como se nota en las 12 bases robadas que
lleva hasta ahora.

Sí, Utley fue un pelotero de 22 jonrones y más de 100
carreras por temporada a principio de siglo, inclusive llegó varias veces a
competir por el premio de JMV entre 2005 y 2009. Hernández nunca será un
bateador de largometraje. Será, empero, uno de líneas cortas y batazos por los
pasillos.

Queda esperar ahora por el devenir de los acontecimientos.
Hernández tiene la mesa servida, la posición es suya. El trabajo diario lo
llevará a la consolidación en las mayores. Esto es bueno para él, malo para el
Cardenales. No creemos que el valenciano juegue más en Venezuela de manera
regular, sobre todo si se establece como la bisagra del infield en la tropa de
Pensilvania. 

Si decide uniformarse en la Lvbp será un lujo para la liga.
No siempre se tiene el placer de ver jugar a diario a un camarero titular de
Grandes Ligas en nuestro torneo, más ahora, cuando hay tantas restricciones y
el dinero, como era antes, ya no es imperativo para un pelotero de su nivel.

Hernández devenga este año más de medio millón de dólares.
Arriesgar esa cantidad por defender los colores de tu equipo en la Lvbp es un
riesgo. Pero también es cierto que unos turnos adicionales, llegar en forma
para la primavera de 2016 lo ayudarán a cimentar esa nueva responsabilidad.

Por lo pronto, él disfrutará y hará todo lo que esté a su alcance
para quedarse lo más que puedo en las mayores. Cumplió el primer objetivo.

Listo. Se acabó el juego.