El año perdido del Panda

Fecha:

El
Emergente

Por Ignacio
Serrano

La
temporada terminó para Pablo Sandoval del mismo modo que comenzó:
inesperadamente, con episodios para el olvido.

El Panda no
jugará más este año. La neumonía llegó en el peor momento, a dos semanas de
finalizar el campeonato. Ya no daba tiempo para tenerle saludable en el terreno
antes del último out de los Medias Rojas en 2015.
Boston le
envió a reposar, a convalecer, al descanso reparador. Mil cosas pasarán de
seguro por su cabeza, mientras se recupera y alista su segunda zafra con los
patirrojos.
Sandoval
cambió de uniforme porque deseaba nuevos retos. En una entrevista, hace seis o
siete meses, explicó que siempre había sido aficionado de los Medias Rojas y
que, al final, esa había sido la motivación más importante para dejar a los
Gigantes.
Esa
justificación, tan fácil de entender, llegó tarde, lamentablemente. Hoy todavía
muchos recuerdan sus primeras palabras, aquellas en las que fustigó a la
gerencia de San Francisco por no haberle respetado, mientras él esperaba una
extensión contractual en 2013 o comienzos de 2014. También flotan en un aire
espeso las frases que vertió sobre sus ex compañeros.

Eso y la
foto en bermudas, recién reportado a los entrenamientos primaverales en Florida.
Y la nueva discusión sobre su peso corporal. Y el profundo slump con que
comenzó la justa, especialmente cuando le tocó batear a la derecha.
Un annus horribilis, habría dicho la reina
Isabel II de Inglaterra.
La prensa
de la costa oeste criticó sus expresiones sobre sus ex compañeros. La prensa de
la costa cuestionó su preparación física. Fue tema de pública discusión si
debería dejar de ser ambidiestro y dedicarse a batear exclusivamente a la
zurda. Su defensiva, tan respetada en la Liga Nacional, se convirtió en asunto
de polémica en la Americana.
Lesiones,
malas caras, enfermedades, sequías, pocos jonrones, pocas empujadas y bajos
promedios. Un coctel intragable.
No tiene
caso preguntarse si se equivocó él, al dejar la bahía de San Francisco, o si se
equivocaron los Medias Rojas, al ir tras él en el mercado de agentes libres.
Boston no
tiene mucha opción, más que volver a apostarle. No van a despedirlo, cuando le
deben todavía más de 75 millones de dólares, y muy difícilmente podrán
cambiarlo, pues ¿quién ofrecerá algo de valor, después de verle caer así?
Así que el
equipo sólo puede tratar de planificar un retorno en grande. Una vuelta a la
forma y producción que llevó a ofrecerle tan rico contrato.
El Panda podría
plantearse una revisión de su decisión. Tampoco le servirá de mucho. Pudiera
aceptar que no habría tenido tanto escrutinio en San Francisco, donde era amado
por el público. Pero también es cierto que la gerencia de aquella novena sólo
le ofreció un buen contrato multianual cuando aparecieron los bostonianos.
Además, lo hecho, hecho está.

La historia empezó mal. Quizás se puso demasiada presión sobre los hombros con sus declaraciones de febrero. Por primera vez, no contó con los periodistas como aliados ni con los fanáticos como cómplices, tal vez por eso mismo.

Será un
largo invierno boreal para Sandoval. Posiblemente sea tan largo como el de 2010, cuando
tuvo que trabajar el doble para recuperar la confianza perdida durante aquella
postemporada en la que otro slump y parecidas críticas le dejaron en la banca
durante la Serie Mundial.
Va a
necesitar esforzarse como entonces para demostrar que sí puede con el reto. Todavía
es joven, a sus 29 años de edad. Pero tiene una temporada menos para demostrar
que vale lo que él piensa que vale.

Publicado en El Nacional, el martes 29 de septiembre de 2015.

Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

1 COMENTARIO

  1. Sencillamente fue una estafa, el agente vendió un pelotero que no es y el gerente general de Boston compró algo que no tenía ese valor. Como un pelotero que nunca ha ganado un título de bateo, un lideraro en jonrones o si quiera un guante de oro puede ganar casi 20 millones? Si el vale eso, Miguel vale 150 millones anuales.

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