Dulce y amargo: el vuelo del Cardenales en la pluma de Alfonso Saer

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Foto Prensa Cardenales

EXTRABASES
Por Alfonso Saer
Amalgama de sensaciones. Emociones contrastadas. El sabor
del néctar triunfal y el amargo trago de la impotencia por un objetivo
frustrado.
Una escuadra vencedora en 12 de 16 cotejos de postemporada.
Aluvión ofensivo, muralla al campo y un pitcheo con activistas de suficiencia
en cada segmento del juego.  Tragedia en
el camino y victoria al final. El desalentador ingrediente político utilizado
contra una institución independiente, libre de ataduras ajenas a sus
principios.
La victoria siempre tendrá rivales y envidias. No importa
quién o quiénes hayan ganado. Esta ha sido una conquista limpia para un club
muy superior a sus oponentes. No es un éxito de ocasión. Se trata de un trabajo
persistente al amparo de una gerencia firme, un manager que supo valorar la
unión y unos jugadores que levantaron la frente alguna vez cabizbaja, para
treparse hasta el anhelado dintel de la gloria.
Se ganó con abundancia de protagonistas y pizarras llenas de
carreras. Ni un asomo de duda. El contrario simplemente no pudo por razones que
al vencido toca analizarlas.
Cuán grande habría sido una Serie del Caribe en el AHG con
la novena de casa en el terreno y el público efervescente dándole color al
evento. Esa coincidencia es poco probable y se nos zafa con  dolor inevitable. El país es un hervidero que
no permite riesgos asumidos por terceros. Vendrán tiempos mejores. Seguro.
***
¡Dios, cómo transcurre el tiempo!
Han pasado 28 calendarios desde que Domingo Carrasquel
obsequió a los larenses el escurridizo primer gallardete de la pelota
venezolana.
Casi tres décadas después se intuye probable que el nunca
olvidado manager haya trepado al podio de los vencedores para abrazar con Luis
Valbuena y José Castillo el quinto trofeo en el historial de los pájaros rojos.
El inescrutable mundo espiritual quizás tuvo una escena grandiosa que el ojo de
la materia no puede observar.
Sin dudas, se trata de otra hermosa coincidencia que el
campeonato 2018-2019 haya sido en homenaje al primer capataz exitoso que
tuvieron los alados escarlatas. Cómo habrá gozado Domingo, con su breve pero
fuerte carcajada, cada una de las cuatro palizas al enconado adversario, dos de
ellas en ese exigente y temido escenario, el Universitario donde muchos palidecen
y se llenan de temores. Esa casa casi setentona en la cual los Leones se crecen
para evitar cualquier tropiezo.
Carrasquel vio crecer una generación dorada mientras era
actor fundamental como gerente deportivo, scout, manager y, sobre todo, inspirador,
guía. Aquella escuadra memorable de 1991 era más garra que prestigio o
estadísticas. Se consagraba Luis Sojo, despuntaba Robert Pérez, predominaban
Antonio Castillo, Luis Leal y Oswald Peraza. Llegaron bates letales como los de
Mark Whiten y Derek Bell. El estratega le sacaba la piel a cada dirigido.
Rigidez y disciplina eran lemas pegados en cada pared del vestuario.
Siete temporadas después, Omar Malavé recogió la siembra que
hizo la gerencia con sus scouts. Le tocó manejar el brioso talento de Luis
Sojo, Edwin Hurtado, Robert Pérez, Giovanni Carrara, Kelvim Escobar, Antonio
Castillo —todos hechos en casa— y el valioso refuerzo de Miguel Cairo, a
quienes el cumanés conduciría hasta la cumbre en vibrantes campañas que
tuvieron como rivales a los melenudos de la capital en dos batallas
trascendentes que terminaban de minar el yugo caraquista sobre la escuadra
guara. A ellos se uniría el barquisimetano César Izturis, guante exquisito que
matizó la escuadra junto a los ya citados y algunos otros de vibrante
contribución, para alzar nuevamente la copa en el 2001, con el preciso y
metódico Nick Leiva como conductor de la tropa.
Llegó una pausa insoportable. Cuatro veces el destino
peloteril —si es que eso existe— escamoteó los chances. Nos daban un portazo en
la última instancia. La afición perdía la paciencia casi del mismo modo que le
ocurrió en los primeros 27 años de soporífera espera.
Cardenales trabajó de manera enconada para abrirse caminos
en años recientes. En el mercado extrajo con pinzas nombres como los de
Ildemaro Vargas, Carlos Rivero, David Martínez, Williams Pérez, Jesús Montero y
recientemente Francisco Arcia, columna vertebral de incalculable valía.  Los canjes de gran beneficio son más.
Destacable el apoyo de José “Chato” Yépez para dar poco y traer mucho, apoyando
la alta gerencia de Humberto Oropeza y el sucesor Carlos Miguel.
***
El gran reto se preparó para el 2019. Rotación casi criolla
con Rivero, Pérez, Molina y David Martínez. Relevo profundo con óptimo
rendimiento: Argenis Angulo, Elvis Escobar, Luis Lugo, Felipe Paulino, Vicente
Campos —entre varios más— y los foráneos 
Ryan Kelly y Ricardo Gómez como puntales. Este cronista jamás vio un
grupo de tiradores tan cohesionado y rendidor (1.64 en semifinal y 2.05 en la
final). Eso incluye a cualquier equipo venezolano en cualquier época.
Aquella alineación de octubre inspiraba respeto. Luis
Valbuena jugó desde el primer careo y José Castillo arribó —con su hit 1.000—
para agregarle mayor profundidad al ataque. Cuando llegaron Ildemaro Vargas y
Juniel Querecuto el infield adquirió una fortaleza increíble, con Carlos Rivero
como alta garantía en tercera, aunque alejado de la acción varias fechas. Los
bates de Alejandro de Aza y Rangel Ravelo —uno de los mejores importados en la
historia de la enseña crepuscular— tronaron desde temprano. Ambos se han
integrado de una manera espléndida al quehacer cotidiano de este terruño. El
cubano en particular es uno de los bateadores de mayor selección y rendimiento
que haya tenido Lara en sus anales.
Escuadra redonda, auspiciosa, cargada de ambiciones.
Objetivo: la Serie del Caribe en casa. Hubo una abrupta zancadilla en el
camino. El artero golpe dejó a la plantilla sin Luis Valbuena y José Castillo,
una medianoche de diciembre. Trastabillaron las esperanzas, pero nunca cayeron.
Del dolor surgió la entrega. De la tristeza el optimismo, del sacudón mental la
decisión de ganar.
El bajón se produjo en el complemento de la eliminatoria.
Hubo dudas, pero el reto era más fuerte que las interrogantes. Bravos y
Magallanes sintieron la fuerza de un grupo compacto. Lara, como para ponerle
expectativa a cada play off, perdió el primero y luego avasalló en cinco y seis
encuentros.
José Moreno pareció guardar lo mejor de su estrategia para
las postrimerías. Movió en forma excelente su departamento clave. No titubeó al
cambiar pitchers y luego trajo a cada quien en el instante preciso. Entendió
que arriba estaba blindado con Vargas y el zuliano Castillo. No había un quinto
bate natural pero De Aza se las arregló para mover a sus aliados. Rivero
siempre ha sido más rendidor abajo y con ese concepto se le dio la octava
plaza.
Los refuerzos fueron seleccionados con gran tino. ¿Quién ha
visto jugar en Lara un mejor jardín derecho que Herlis Rodríguez? Desde los
tiempos de Mark Whiten no aparecía un celador de tanta valía en esa zona. Alí
Castillo le dio alegría, contacto y rapidez al segundo turno. Al cierre, para
colmo, ingresó al roster el mejor bateador venezolano de la actualidad en esta
liga. Sí, Willians Astudillo le agregó una redondez magistral al lineup.
Mucho para discurrir. Juniel Querecuto, MVP de la final —.611,
11 Hits, 11CE— nos retrotrajo a campocortos de gran sustancia defensiva.
Pelotero de la chiquita, derramó su ataque incesante como baluarte del equipo.
Pocos cardenaleros han desempeñado el oficio en esa posición como el
barquisimetano en la hora crucial. Alta nota para Francisco Arcia, eje del
departamento fundamental. Es un más valioso sin trofeo. Dirigió, casi sin ir la
banca, el cuerpo de tiradores más riguroso de la contienda, Vargas se mandó una
gran final con su tarea de abanderado en el ataque. En fin, nadie desmereció en
un combinado sin brechas.
Williams Pérez (9-1, 2.20, global) resultó el mejor lanzador
del campeonato. La sumatoria de eliminatoria y postemporada es de altos
quilates. Estuvo casi intocable en los play off y su trabajo en la capital
frente al Caracas fue de alta costura. Y qué cosas tiene el beisbol. El abridor
larense más bateado en la eliminatoria, Raúl Rivero, saltó en la emergencia
dominical detrás del vapuleado Marco Carrillo y se mandó un trabajo de
reivindicación plena (4.1IP, 3H, 0C) merecido para un lanzador ajeno a grandes
cosas en postemporada, y venido a menos en la rotación. Una vuelta brillante al
primer plano.
***
Cardenales va a la Serie del Caribe con la tristeza de no
hacerla en casa. Los entretelones del asunto son ampliamente divulgados. No
vale la pena llover sobre mojado. Se ha perdido tiempo, dinero y muchos
esfuerzos. Todos sabemos por qué. Hay un distanciamiento claro entre la
sensatez y el riesgo. Son dos años cediendo la sede por la convulsión que vive
el país.
Lara ganó en buena lid. Nadie ha regalado nada. El premio al
esfuerzo está en concreto. En febrero las luces del AHG estarán apagadas.
Pronto, todo el país estará iluminado.
Alfonso Saer
Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

4 COMENTARIOS

  1. Excelente artículo, cargado de un resumen que analiza lo vivido y sufrido por el equipo durante toda esta temporada, además de una breve pero.precisa cronología de su historia como campeon en 4 campeonatos anteriores. Ahora a luchar en la Serie del Caribe para lograr ser igualmente Campeones.

  2. Solo algunas cosas agregaría. Habiendo mencionado nuestros tropiezos durante este siglo (sobretodo estos últimos 10 años) pues agregaría los factores de suerte que han jugado en contra de Cardenales. Probablemente de este tema tengan también los otros siete equipos muchas referencias, pero en realidad no creo que ninguna se acerque a la nuestra. Basta sacar un par de estadísticas para ver a lo que me refiero.

    Por un lado siempre me he fijado en los records que tienen los equipos en los últimos años por ejemplo en instancias "X1C" o "Por una Carrera". Es impresionante como podemos ver que los demás equipos mantienen un equilibro de digamos: 33-29, 28-29, 26-25, 24-28, etc., pero Cardenales maneja una cifra absurda como que 14-45 algo así. (ningún número es real, me gustaría sacarlo nuevamente y actualizarlo, pero es igual de asombroso)

    Por otro lado está la clasificación a postemporada, ya los lectores saben que en los últimos 9-10 años hemos clasificado apenas 5 veces, y ya sabemos que las 5 veces que clasificamos, fuimos a la final. Pero hay que detenerse a ver son los años donde hemos salido eliminados… muchos con juego extra, desde los años 90 donde se estableció lo del Comodín, creo que hasta se hizo gracias a Cardenales, al darse cuenta la liga de lo injusto que corrió Cardenales cuando quedamos de terceros en nuestra liga, pero aún así con mejor record que el ganador de la extinta Liga Oriental.
    Luego se pensó lo de la clasificación por escala de puntos. Se venía pensando en 2014 y decíamos: "Ufff, si hubiesen aceptado la propuesta de los puntos desde esta temporada, los números dan incluso para estar terceros". Luego la propuesta la aceptan y nos cae como balde de agua fria ver como aún con 33 juegos ganados, igual quedamos 7mos y fuera de clasificación en la escala de puntos del 2015… y hay mucha impotencia al pensar que equipos como Magallanes, han quedado campeones incluso llegando a postemporada con record negativo, como a principios de la década pasada que ganaron con una Ronda Regular de 30-32. O Tigres en ese mismo 2015 que se coronó con 31-32 en Ronda Regular.

  3. Sin querer borre un comentario de William Martinez que decía así:

    Gracias Don Alfonso por su bella prosa y ese cariño eterno por su equipo ,sin fanatismo y con una sobriedad como muy pocos la tienen ,tengo alrededorde 40 años leyendo sus columnas y comentarios

    Como los botones en el celular están muy cerca metí la pata sin querer. Perdón William

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