El primer árbitro venezolano en las grandes ligas viajó a Rochester lleno de recuerdos, luego de dos días inolvidables en Miami. Ahora esperará por un próximo llamado
Manuel González apenas tuvo tiempo para disfrutar la hazaña de ser el primer umpire venezolano en las grandes ligas.
Horas después de tomar parte –el martes, como árbitro de la intermedia– de su segundo encuentro entre los Cascabeles y los Marlins, en el Sun Life Stadium de Miami, emprendió vuelo con rumbo a Rochester, para retomar este miércoles su rutina en triple A y esperar otro llamado a las mayores.
Al carabobeño le esperaba una doble cartelera a partir del mediodía y debe cumplir la palabra empeñada con sus compañeros Chris Ward y Lance Barrett, a quienes adeuda una cena de celebración por la faena recién cumplida.
González viajó con un equipaje más pesado, gracias a obsequios que atesora y recuerdos de su histórica presentación del lunes, su primera en la gran carpa.
“Me dieron varias pelotas utilizadas en el juego, autentificadas”, indicó ayer, a punto de embarcar. “Dos de las pelotas me las firmaron mis compañeros (Lázaro Díaz, Wally Bell y James Hoye). También me dieron los lineups oficiales, fotos. Quiero poner la camisa de mi uniforme en un marco. Voy a guardar la gorra, voy a guardarlo todo”.
Díaz, Bell y Hoye también le obsequiaron dos botellas de champán Dom Perignon, para que brindara junto con su esposa Lenna, su padre y su cuñado, quienes asistieron a ambos partidos.
“Fue buenísimo, fue excelente”, señaló González. “Sentí los nervios cuando (el lunes) salí por el túnel. No voy a olvidar jamás las caras de mi esposa y mi papá cuando me vieron entrar al terreno. Pero después del primer inning todo fue normal, rutinario”.
Al nativo de Guacara le tocó ser testigo ayer, por primera vez, de una apelación a través de la repetición televisiva. “Es algo que no hacemos en las menores”, explicó. Y en una acción del duelo creyó notar algo en sus compañeros.
“El segunda base no tocó al corredor, fue una jugada muy cerrada”, relató. “Yo veía a mis compañeros como protegiéndome, como diciéndole a todo el mundo que no protestaran. La verdad es que nadie me protestó. Todos fueron saludos y felicitaciones”.
La espera será más corta, esta vez. Su esposa y la pequeña hija de ambos se reunirán con González dentro de cuatro semanas y él ya sabe lo que es trabajar en las mayores. Todo eso le ayudará a aguardar por una nueva experiencia.
“Ella dice que todavía no he caído”, rió. “Ahora esperaré tranquilo la siguiente oportunidad. Lo próximo es ser el umpire principal, cuando Dios quiera”.
Publicado en El Nacional, el miércoles 19 de mayo de 2010.
