El 2 de enero puede llegar el caos
La doble cartelera suspendida entre Tiburones y Bravos promete problemas para hacer el calendario de los playoffs. ¿Y qué pasará si esos dos juegos determinan un empate y obligan a un choque extra?
Un ejecutivo de nuestro beisbol, a quien profesamos admiración y afecto, nos interpeló hace poco, después de leer nuestra opinión sobre el actual calendario y la queja que vertimos en Twitter, ante la perspectiva de que la postemporada se vea afectada por la necesidad de disputar en enero algún encuentro de la ronda eliminatoria suspendido por lluvia.
“Si ese doble juego entre Bravos y Tiburones no es necesario, me voy a reír de ti”, exclamó el curtido personaje.
Desde entonces ha rondado nuestra cabeza esta idea: en caso de que la doble cartelera entre La Guaira y Margarita no sea necesaria y la semifinal empiece sin sobresaltos, ¿podemos permitirnos el lujo de respirar tranquilos, pasar la página y afrontar el próximo campeonato con las mismas condiciones? No. Sin duda que no.
Veamos primero lo que está en juego.
Si esos dos choques son necesarios, será imposible comenzar los playoffs el 2 de enero, como está previsto. No hay modo de realizar el draft de sustituciones sin conocer cuáles son los tres clubes eliminados y, por lo tanto, quiénes son los jugadores disponibles para reforzar a los clasificados.
Pero hagamos algo que no pasó en las reuniones de equipos este año: imaginemos el peor escenario.
¿Qué pasaría si, una vez terminada esa doble cartelera, los resultados fuerzan un empate en el quinto lugar? Sería necesario llevar a cabo un tercer duelo, el 3 de enero. No podría obligarse a insulares o litoralenses a disputar tres cotejos en una misma jornada.
Y si la ronda eliminatoria se extiende hasta ese día, el draft de sustituciones también se movería de fecha y la postemporada no podría iniciarse hasta el 4 de enero.
A partir de allí vendrían las 20 fechas del antiguo “todos contra todos”, lo que significa que la semifinal terminaría el 24 de enero. Quiere decir que la final debería iniciarse de inmediato, el 25, y llevarse a cabo sin jornadas de descanso, para que termine el 31 de enero, en caso de extenderse al máximo de siete juegos.
De todo esto se desprende que, si es necesario disputar la doble cartelera entre los Bravos y los Tiburones, si sus resultados propician un empate en el quinto lugar y si luego la final llega al máximo de siete compromisos, sólo quedará el 1° de febrero para una misión imposible: contactar a los refuerzos que acudirán a la Serie del Caribe, ir con todos ellos a la embajada de Estados Unidos en Caracas, tramitar las visas del grupo entero, bajar al aeropuerto de Maiquetía y embarcar rumbo a Puerto Rico, donde el 2 de febrero comenzará el clásico regional.
Nuestro amigo se reirá de nosotros si nada de esto sucede. Y está bien. Nosotros reiremos con él, porque el beisbol venezolano se habrá salvado de una pesadilla.
Pero esta situación, que repite escenas similares vividas en enero de 2005, 2007, 2008 y 2009, debería, de una vez y para siempre, mover a los ocho clubes a aprobar una reforma definitiva al calendario.
No se trata de empezar antes la eliminatoria, como creen algunos directivos. Se trata de comenzar antes los playoffs. Si éstos estuvieran programados para el 28 o 29 de diciembre —y no es complicado hacerlo, administrando los días libres que suelen fijarse en fechas diferentes al lunes— contaríamos con un colchón para lo que hoy nos amenaza.
Hay una alternativa, y es que sólo clasifiquen cuatro elencos, no cinco, y que así el otrora “round robin” sólo dure 16 días. Pero eso, seamos sinceros, es demasiado pedir.
Mantengan los cinco clasificados, si es el deseo de la mayoría, pero modifiquen para siempre ese calendario que nos tiene todos los años cruzando los dedos para que deje de llover.
Publicado en El Nacional, el domingo 19 de diciembre de 2010.
