CHICAGO
Omar Vizquel llegará este miércoles al US Cellular Field, estacionará en las afueras y entrará, como siempre, dispuesto a alistarse para un juego más en las grandes ligas.
No tendría por qué cambiar nada. El caraqueño ha disputado más de 2.900 encuentros en las mayores, la décimo tercera mayor cantidad de todos los tiempos. Está acostumbrado a una rutina.
Ningún otro pelotero activo ha visto acción en cuatro décadas distintas, como él, que debutó en 1989.
Pero este puede no ser un partido cualquiera para el infielder de los Medias Blancas.
Si ninguna organización le ofrece contrato por un año más, y no hay señales todavía de que alguien lo hará, este será el último choque en la lustrosa carrera del casi seguro futuro miembro del Salón de la Fama.
Vizquel ha preparado su cuerpo para contorsionarlo con elegancia y conseguir más dobleplays que ningún otro shortstop en la historia; ha preparado en su mente algunas de las jugadas que luego se han convertido en flashes legendarios; pero ¿ha preparado su espíritu para su último día como pelotero?
“No, no me he preparado”, soltó, entre risas. “En mi mente creo que voy a jugar un año más. Varias personas han venido a visitarme, diciendo que quieren ver mis últimos juegos, tirarme las últimas foticos y todo eso. Y yo no pienso si es el último. Y si lo es, sería triste. Sería retirarme con un sinsabor, sin decirle nada a nadie, sin un homenaje o una ceremonia. Un sinsabor. Sería triste retirarme así”.
Los Indios y los Medias Blancas organizaron para él y Jim Thome un pequeño acto en Cleveland, una semana atrás. Ambos coincidieron en la ciudad donde brillaron por años como estrellas de la tribu. Pero no fue una despedida, como la que le hicieran los Leones en diciembre de 2007, cuando anunció su retiro en Venezuela.
Algo es seguro: Vizquel seguirá en el beisbol, pase lo que pase a partir de mañana.
“Si me ofrecen un cargo como coach lo tomo rapidito”, aseguró. “Pero si me dan las dos opciones, agarro la de jugar. Sea con quien sea. No tengo duda en mi mente de que puedo jugar un año más”.
La dura espera. No será la primera ocasión en que Vizquel pase por el trance de la espera. Le ocurrió en el invierno de 2008, cuando dejó a los Gigantes como agente libre, y de nuevo 12 meses después, cuando terminó su contrato con los Rangers.
“Con esto de Ozzie (Guillén) habrá unos puestos vacíos aquí, entre los coaches”, señaló. “Pero no sé. Si es verdad que Buddy Bell es el nuevo manager, tal vez esté interesado en mí como técnico o como jugador. Fue coach en Cleveland cuando jugué allá y somos amigos”.
Vizquel llega a esta jornada con buen ánimo, aunque admite que en la temporada sí pensó en el adiós.
“Se me metió en la cabeza un par de veces: suficiente, no voy a jugar más”, confesó. “Uno amanece porfiado, deprimido, y entonces se dice: ¿para qué voy a seguir? ¿Para qué levantarme temprano, ir a correr, llenarme de tierra? ¿Para estar en el banco? Pero después me habla el lado positivo y me dice: porque eso es lo que tú quieres y debes entender, ya no estás para jugar todos los días; ten paciencia, espera para jugar, dale un consejo a un compañero, sigue para adelante”.
Nunca en su carrera había jugado tan poco que en 2011: menos de 60 choques.
“Debería tocar la puerta en la Liga Nacional”, continuó. “Allá hay más posibilidades de jugar. Necesitaría un equipo que tenga menos chance de ganar, donde tengan un shortstop joven que quieran encaminar, como Texas hizo conmigo hace tres años. Eso sería bueno”.
Vizquel incursionó hace poco en Twitter y responde a diario decenas de preguntas. Muchos aficionados le inquieren sobre lo que tantos periodistas le han planteado desde que dejó de ser titular en las mayores e insistió en mantenerse activo. Continúa porque le gusta. Porque no necesita ir al cuarto del trainer. Porque sabe, sobre todo, que cuando se marche, será para siempre.
Ha dado casi 2.900 hits, es dueño de varios records defensivos y 11 guantes de oro, ha robado 400 bases y no elige ninguna de sus marcas al hablar de su mayor orgullo.
“Lo que más me enorgullece es el tiempo que he jugado”, aseveró, sin dudarlo. “Es bonito tener una carrera tan larga. Cuando (Evander) Hollyfield tenía 38 años de edad decían que era un viejo y que se debía retirar. Un tenista está quemado a los 33. Un futbolista a los 36. Yo tengo 44 y todavía estoy jugando en las grandes ligas. ¿Cuántos tipos pudieron seguir jugando en el infield a mi edad?”.
Puede que hoy sea el último día en la carrera del latinoamericano con más partidos en las mayores. Pero Vizquel, al entrar al parque, jura que no pensará en eso y lo tomará como un día más.
Y el futuro que venga rápido, sea cual sea. Él lo está esperando.
“Veo a quienes están en el Salón de la Fama y me pregunto si de verdad tengo la calidad que tuvieron ellos, si en verdad merezco estar allí. Pero veo mis numeritos y me digo: coye, pero si son mejores que muchos de ellos. De todas formas, no tengo control sobre eso”
Publicado en El Nacional, el miércoles 28 de septiembre de 2011.
