“Si dirijo al Magallanes me acribillan”

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Omar Vizquel piensa en Venezuela mientras hace planes para el futuro. El campocorto con más juegos ya no piensa tanto en torear, aunque acepta que un día le tocará hacer cosas nuevas

¿Será este su último uniforme?

Omar Vizquel jugó por última vez esta temporada el 20 de septiembre. Ese día dio dos hits, incluyendo un doble, y dejó su average en .250, una cifra de mejor ver, comparada con el .247 con que comenzó la jornada. Pasó los siguientes nueve días en la banca de los Medias Blancas, esperando ver acción. Será agente libre después de la Serie Mundial.

Quizás aquel choque contra los Indios, el número 2.908 en su brillante hoja de servicios, haya sido el último de su carrera.

-Cuando te toque, ¿qué vas a hacer con el tiempo libre?
-Se me va a abrir el panorama. Podré hacer cosas que no podía: tirarme en paracaídas, volar en ultraliviano, montar en moto, carreras de carros. Nunca tuve la oportunidad, por temor a lesionarme y porque en el contrato lo prohíben. Me gustaría tirarme un triatlón. Empezar con un medio triatlón, correr una media maratón. Hay muchas cosas en las que quiero incursionar.

-O sea que finalmente tomarás lecciones para torear.
-Ese proyecto está en veremos. A medida que se deterioran las condiciones te da más miedo. Cuando eres joven no te importan las consecuencias, pero no es lo mismo que un toro te pegue un cachazo a los 50 que a los 30. (Ríe.)

-Entonces sí has pensado en el retiro.
-Lo he pensado. Este año se me metió en la cabeza un par de veces: es suficiente, no voy a jugar más. Uno amanece porfiado, terco, triste. Deprimido. Y entonces se dice: para qué voy a seguir? ¿Para qué levantarme temprano, ir a correr al parque de juego, llenarme de tierra? ¿Para estar en el banco? Pero después, el lado positivo me habla y me dice: ‘Pero eso es lo que tú quieres. Debes entender, ya no estás para jugar todos los días. Tienes otro rol y debes tener paciencia.

-Un abogado puede retirarse y volver. O un ingeniero. O un periodista. Con los deportistas es diferente. ¿Es eso? ¿Que el adiós será para siempre?
-Sí. Porque cuando te retires es ya. Como hice en Venezuela. Me preguntan por qué no juego allá, pero allá me retiré. No voy a inventar un show. Si es como coach o manager sí. Como pelotero, no.

-Pero es muy difícil que te ofrezcan la dirección de un equipo si no te has formado antes.
-Sí. No es así que yo quiero ser manager de los Leones y ya. Tienen que estudiarlo. Yo creo que puedo. Y si voy a hacerlo, tengo que estar allá desde el primer día de los entrenamientos, conocer el roster, seguir las prácticas. Es un trabajo, igual que el de los peloteros.

-¿Y no has pensado en comenzar como coach en el Caracas?
-Esa podría ser una forma de entrar. Creo que estoy en posibilidades de ‘manayar’, pero nunca he estado involucrado en el papeleo, en armar una rotación, nada de eso. Estoy en disposición de pararme aquí, dar un par de señas, sacar al pitcher que no sirve para traer uno nuevo. (Ríe.) Simplemente por instinto, por lo que uno ha aprendido del juego.

-¿Y si es Magallanes quien primero te ofrece el cargo? ¿Dirigirías al Magallanes?
-(Ríe.) Me van a acribillar. Yo creo que no.

-¡Pero si no te lo ofrece el Caracas…!
-No, no, no. Eso sería una cuchillada en el pecho. (Ríe.)

-¿Guardas alguna gorra, alguna camiseta de cuando eras niño y magallanero?
-Nunca tuve nada del equipo, ni uniformes ni gorras ni nada.

-¿Tu papá también era magallanero?
-Caraquista. Pero teníamos unos primos en Valencia y ellos me llevaban al juego del Magallanes. Por eso me relacionaba con ese equipo. No iba a muchos juegos del Caracas. En esa época, Magallanes era un equipazo. Y a mí no me gustaba el Caracas, no me gustaban Antonio Armas, Baudilio (Díaz), (Manny) Trillo. (Ríe.)

-¿Se los dijiste alguna vez? ¿Le contaste a Antonio que de niño te caía mal?
-(Ríe.) No, nunca se lo llegué a decir. Jugué con Antonio, somos grandes amigos, y tengo muy buena relación con Trillo.

-¿Crees que te ayude el nombramiento de Buddy Bell como manager de los Medias Blancas, si se confirma?
-Él estuvo un par de años en Cleveland. Si lo nombran a él, a lo mejor tengo chance aquí.

-Nadie esperaba una temporada así para los Medias Blancas, con tantas piezas aparentemente bien puestas en su lugar.
-Imagino que todos están decepcionados. No debe haber alguien que se sienta satisfecho con lo que pasó. Hablé de eso en mi última columna en Líder, justamente.

-¿Te cambian mucho los textos que escribes?
-Me publican igualito. No cambian nada. Me han respetado. Aunque no sé si hay errores ortográficos. Siempre se cuelan algunas por ahí.

-¿Te ha gustado escribir?
-Creía que iba a tener más libertad, pero me pidieron que escribiera específicamente de beisbol. Hubiera querido hacerlo sobre la ciudad, las cosas que vi, temas mucho más abiertos. Pero querían que escribiera por qué ganamos o perdíamos, o de los venezolanos en las mayores. Y a mí nunca me ha gustado mucho escribir de beisbol. Me siento comprometido a no poner cosas negativas. Pero se acabó. Ya escribí la última.

-¿No te gustaría ir analizando cómo va la postemporada?
-No voy a ver todos los juegos. Estaré en Seattle. Si lo hago, voy a perderme de estar por ahí con los chamos.

-Por estos días se publicó un artículo, otro más, que habla de tu opción para el Salón de la Fama. Lo escribió Tim Kurkjian, para ESPN, ¿lo leíste?
-¿El que tenía el cuento de las manos? Sí.

-¿Quién es el periodista al que cita Kurkjian al comienzo de la nota?
-Él mismo.

-¿Qué pasa por tu cabeza cuando tantos periodistas y medios reconocidos empiezan a decir que mereces un lugar en Cooperstown?
-No sé, pero veo a los que están en el Salón de la Fama y me pregunto si yo de verdad tengo la calidad que tuvieron ellos, si en verdad merezco estar allí. Pero veo mis numeritos y me digo: ‘Coye, pero si son mejores que muchos de ellos’. De todas formas, uno no tiene control sobre eso.

-¿Con quiénes te comparas? No podrías hacerlo con outfielders o lanzadores.
-Si me tengo que comparar con shortstops y segundas bases, no estoy mal. Tengo tan buenos números como Luis Aparicio. Él tiene más bases robadas que yo, pero lo he superado en casi todo.

-Si debes elegir sólo uno entre todos tus logros, ¿hoy con cuál te quedas?
-Con el tiempo que he estado jugando. Es bonito que un pelotero se mantenga por tanto tiempo. No es fácil. Estos últimos tres años los he jugado de extra. La gente pregunta: ‘¿Qué es lo que Vizquel está buscando allí, con esa carrera que tiene?’ !Pero pana, si yo todavía no necesito masajes ni nada! Veo a tipos de 32, de 28 años que necesitan masajes, que llegan a las 2:00 de la tarde para meterse en el jacuzzi, que necesitan pasar una hora allí ¿Qué vaina es esa? Yo vengo, me pongo mi uniforme, corro duro, ‘shagueo’, bateo en las prácticas, hago de todo y estoy igualito. Claro, me tengo que dar con las pesas por lo menos tres veces a la semana, porque eso es lo único que lo va a mantener a uno.

-¿Qué vas a extrañar más cuando se acabe?
-El tener que venir al estadio todos los días. Y la competencia. No he sido manager y no sé si vas a sentir la misma emoción que sientes cuando quieres darle un hit a un tipo. Como manager, ¿cómo haces? No sé si eso te llena tanto como hacerlo en el terreno de juego.

-Volviendo a Kurkjian, él habla de lo sorprendente que puede ser verte jugar. Y tú, ¿nunca te sentiste sorprendido por algo que hicieras con el guante?
-Sí, sí. A veces haces una jugada que no sabes explicar; no sabes qué hiciste para hacerla. Simplemente los instintos te llevaron a tirarte de cabeza, a tirar la pelota por debajo de las piernas. Y te sorprendes.

-¿Te pasó así aquella vez en que, en vez de pivotear hacia primera, pivoteaste hacia tercera para conseguir aquel dobleplay con San Francisco?
-Esa fue buena. Pero ¿sabes? Esa jugada ya la había visualizado. Y fue raro. El coach fue a hablar con el pitcher, tuvimos una reunión en el montículo y le dije al tercera base: ‘Si hay rolling por segunda te vas rápido para tercera, porque voy a tirar la bola para allá’. La jugada estaba hablada y visualizada. Por eso, cuando la hicimos, no la vi como una gran jugada, sino como rutina. Todo el mundo quedó asombrado, que si ‘¿Cómo hizo este tipo?’ Porque todos estaban esperando que tirara a primera. Ni el coach de tercera lo esperaba. Cuando vio la jugada, ya el tipo estaba out en tercera. Quedó loco de bola. (Y vuelve a reír.)

Aló, ¿Cooperstown?

Omar Vizquel tiene una carrera digna del Salón de la Fama, a sus 44 años cumplidos.

Sus 2.908 juegos están en el lugar 13 de todos los tiempos.

Sólo 16 peloteros tiene más turnos que sus 10.433.

Apenas 17 jugadores superan sus 11.850 apariciones.

Tiene 2.841 hits, en la casilla 45 de la historia.

Ha robado 401 almohadillas, lo que le pone en el 70° peldaño de ese departamento.

Es el shortstop con más juegos (2.699), dobleplays (1.731), porcentaje de fildeo (.985) y el segundo con más incogibles en la historia.

Reúne 1.432 anotadas, 451 dobles, 1.021 bases por bolas y .272 de average.

En el campo de la sabermetría, empata el lugar 33 de todos los tiempos en WAR defensivo, según Baseball Reference, contando a los miles de jugadores de todas las posiciones que han pasado por la gran carpa.

Publicado en El Nacional, el domingo 2 de octubre de 2011.

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Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

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