José Castillo y sus ex compañeros vivieron este domingo un día diferente. El primer encuentro del ex “Hacha” del Caracas fue ante los Leones y el guariqueño debió tragar grueso, por la emoción
Unas tres mil personas quedaban en el estadio Universitario la noche del sábado, en medio de la pertinaz lluvia que amenazaba con cancelar la jornada, cuando José Castillo se asomó en el dugout de la derecha, el de Margarita.
El público sentado detrás de la cueva, compuesto en su mayoría por abonados caraquistas, comenzó a corear el apellido del guariqueño, antigua figura de los Leones. Y rápidamente todo el parque siguió el cántico.
Muchos vocearon mientras movían el antebrazo hacia adelante y hacia atrás, el gesto que popularizó el “Hacha” en sus mejores tiempos con la tropa de la capital.
Castillo quería que el público, su público durante 11 temporadas, le diera la misma recepción que en el pasado tributó a Jackson Melián o a Henry Blanco, otros populares ex miembros de la divisa. Y ayer, al menos en los primeros dos turnos que consumió durante su estreno en la 2011-2012, escuchó los aplausos de esa fanaticada que alguna vez le idolatró.
“Significa mucho para mí”, admitió el ex grandeliga, con la garganta apretada. “Nunca le hice daño ni le tengo odio a nadie, y este es el resultado. Se los agradezco”.
Castillo contó cuán raro se sintió al ver el dugout de los melenudos desde la acera contraria.
“Pero ¿qué se puede hacer”, agregó. “Hay que dejar eso atrás y seguir para adelante”.
Fue una jornada rara para muchos, no sólo para él.
“Yo preparé mi plan, para cuando tenga que enfrentarlo”, contó el relevista Miguel Socolovich, ahora rival de Castillo. “Sigue siendo mi amigo, pero está en el otro dugout y hay que pasarse el switche”.
Gregorio Petit fue quien mejor definió la extraña emoción que embargó a tantos en el Universitario.
“Somos profesionales y queremos ganar para nuestro equipo”, comenzó Petit, compañero del infielder de Las Mercedes durante seis campeonatos. “Ahora, apartando eso, desde el punto de vista sentimental, es lamentable. A lo mejor un día me toca a mí, porque esto es un negocio, pero claro que es algo que conmueve. Me pasó con Eduardo Pérez, que era el amigo que siempre tuve allí, cada vez que lo necesitaba, y también lo cambiaron”.
“Me merecía jugar el primero aquí”, terció Castillo, que por un desencuentro con el manager Don Baylor casi vio postergado su debut, hasta el regreso del club a Margarita. “Ellos siempre serán mis amigos. Pero ahora soy un bravo, no soy un león”.
Petit coincidió, con una sonrisa: “Amigos sí, pero vamos a ganar nosotros”.
Castillo habló cerca de 10 minutos con los periodistas que le rodearon. Parecía el mismo de tantas jornadas en las que, en el mismo escenario, vestía la camisa a rayas del Caracas. Pero el mayor contraste no era ese uniforme con vivos aguamarina que ahora defiende, sino el temblor de la voz, el intento de reprimir las emociones en cada frase.
“Le doy gracias a los Leones por las oportunidades que me dieron”, dijo. Y alistándose para salir al juego, agregó: “Va a ser algo especial”.
José Castillo dejó .309 de average y .834 de OPS a su paso por los Leones. “Un año malo lo tiene cualquiera”, dijo sobre su promedio de .224 en la 2010-2011, uno de los motivos por los que fue cambiado. “Pero no busco records, sino ayudar al equipo”
Publicado e El Nacional, el lunes 7 de noviembre de 2011.
