Ramón Hernández disparó un jonrón el viernes, su primero de la temporada, el número 162 de su carrera. Es el catcher venezolano con más juegos, más cuadrangulares, más hits. Y espera seguir sumando, aunque le duela hasta el alma
Ramón Hernández sonríe, casi con resignación.
Las canas que asoman en el bigote y la barbilla, son la prueba evidente de cómo pasa el tiempo.
“Y pasa más rápido de lo que uno cree”, admite el receptor de los Rockies.
Hernández debutó en las mayores en 1999 y está ya en su décimo cuarta temporada. Únicamente Henry Blanco ha estado más tiempo en las grandes ligas, contando entre los receptores venezolanos.
Es el catcher criollo con más juegos disputados en la gran carpa. El que ha dado más jonrones. El que suma más empujadas, al alinear detrás del plato. El que tiene más hits.
“He tenido suerte”, asegura. “Dios me ha dado salud para seguir jugando y tengo una familia muy linda, que todavía se emociona al verme jugar”.
Es de noche. El juego ha terminado y Hernández está sentado en un mullido sillón negro, en el clubhouse de Colorado. Un vendaje especial le recubre el codo y el hombro derechos. El trainer le ha aplicado hielo y le toca reposar.
“No es igual después de que pasas de los 30 (años de edad)”, confiesa. “Tienes que trabajar más. Cuando tienes 20, te paras de la cama y puedes salir a correr. A mi edad, te paras de la cama y primero empiezas a gatear, antes de poder caminar”.
Hernández tiene el sentido del humor de los orientales. Nació en Caracas, en 1976, pero se crió en Cumaná. “Y uno es hijo de quien te cría, no de quien te tuvo”, vuelve a sonreír.
Sus movimientos en el campo, antes del partido, son los de cualquier miembro del roster de los Rockies. Después del encuentro, se mueve con la lentitud de quien ha sido apaleado.
“Por eso ya no juego en Venezuela, no he podido”, explica. “Me han operado en la rodilla y los dolores son diarios. Siempre jugaba allá, pero en los últimos tres años no he podido”.
La posición de Hernández es la más exigente en el beisbol. Baudilio Díaz, la gran figura de Venezuela detrás del plato, únicamente duró 993 choques en las mayores, 965 de ellos en la receptoría. Blanco ha usado los aperos en 846 oportunidades arriba. Víctor Martínez acumuló 853, contando las pocas oportunidades que lo hizo en 2011, en Detroit.
El oriental es un prodigio de longevidad, comparado con sus compatriotas. De los 1.439 partidos que ha disputado, contando hasta el viernes, en 1.395 se ha hincado tras el home.
Son tantos duelos, tantos los golpes acumulados por los fouls, al bloquear pitcheos y chocar con corredores, que hace una confesión: “Hoy no puedo jugar más de cuatro o cinco veces a la semana. El desgaste físico ha sido bastante”.
Su currículo es tan grande como los vendajes que cada noche sostienen el hielo contra sus adoloridas articulaciones.
Impuso el récord de más jonrones para un catcher de los Orioles, 23 en 2006. Hace mucho que superó los totales de Baudilio. Ya anda en 162 vuelacercas y 726 empujadas. En la semana que acaba de pasar superó los 1.300 hits.
“Es un orgullo”, admitió. “Desde Baudilio, los venezolanos nos hemos caracterizado por llamar buenos juegos. Pero esto no lo sabía. Me enorgullece bastante”.
No sabe si jugará hasta los 40. Tampoco lo descarta. Le queda combustible para seguir. El viernes sacudió otro bambinazo y cree que, a sus 36 años de edad, tiene una misión: “Los que somos mayores podemos demostrarle a la gente aquí, en Estados Unidos, que en Venezuela hay mucho talento. Pero hay que trabajar”.
Los Rockies han pedido a Ramón Hernández que sea el mentor del prospecto dominicano Wilin Rosario. “Enseñarle cómo es este juego, mentalmente”, explicó el sucrense, que espera jugar unos 110 encuentros este año
Hubo un tiempo en que Ramón Hernández se imaginó como un heredero de David Concepción.
“Tuve que aprender a quechar”, contó. “Yo jugaba short y centerfield. Era delgadito”.
En sus tiempos como amateur no sabía de mascotas y chingalas. Debió aprender para emprender una carrera.
“Cuando me hicieron el tryout, no corría como debía para jugar en esas posiciones. Un día me dijeron: ‘¿Tú sabes quechar un poquito?’ Y yo dije que sí, que más o menos. ‘Agáchate ahí para ver’. Y me firmaron como catcher”.
Publicado en El Nacional, el domingo 15 de abril de 2012.
