El clima vuelve a exponer las costuras del cronograma de competición
Este martes llovió
copiosamente sobre Caracas, pero ninguno de los equipos de nuestra pelota
suspiró con preocupación.
La suspensión del Juego de Estrellas no implicaría un
nuevo problema en el apretado tráfago de la ronda eliminatoria, después de todo.
Pero lo ocurrido en los días previos, especialmente el lunes, en Margarita, y
lo que suceda en adelante, obliga a escribir esta columna que reitera, en un
ejercicio anual, nuestra esperanza de que algún día algo cambie.
La prensa debe
ser la mosca en la oreja de los poderosos, o puesto en términos más llanos:
tenemos la obligación de ser la voz molesta, repetitiva, que alerte a quienes
están en capacidad de tomar decisiones sobre la pertinencia de aplicar un correctivo.
Ningún ejercicio de prensa libre es baladí.
Es por eso que pedimos permiso para
volver a hablar del calendario de
LVBP.
ideas repetidas habitualmente en nuestra pelota. Una de ellas, increíblemente,
solía ser que, aunque país tropical, aquí no llueve en diciembre ni en enero.
Sea por el fenómeno del Niño, por el calentamiento global o porque la
naturaleza, finalmente, decidió oponerse a tamaño aserto, el caso es que ese
argumento no se escucha últimamente.
A pesar de esta situación, el cronograma
de competencia sigue sin ofrecer las salidas necesarias que impidan el estrés
que vivimos desde que el aguacero caído en Guatamare dejó a los Tiburones y los
Bravos con dos encuentros por disputar y ninguna fecha libre para jugarlos,
aunque resten todavía tres semanas de la fase regular.
¿Se imaginan si vuelve a
llover hoy en la isla y también se posterga la doble cartelera contra los
Tigres? ¿O el viernes, durante la doble tanda entre las Águilas y los
neoespartanos? La catástrofe.
Con lo disputada que está la tabla de posiciones,
sólo queda comenzar a rezar, para que los duelos cancelados no sean necesarios
para desentrañar eventuales empates. Porque si se requiere disputar un duelo el
2 de enero, como se ha hecho otras veces, la agonía se extenderá, en caso de
que ese choque pendiente fuerce un empate que mueva al 3 de enero la definición
del último semifinalista y la realización del draft de sustituciones.
problema en todo esto es ese enorme e inamovible muro de contención representado
por
del Caribe.
Suele afirmarse, y esta es otra de esas ideas muy repetidas, que tal
torneo no es prioritario, en comparación al campeonato local. Muy bien. El
inconveniente, sin embargo, está en que Venezuela mantiene su participación
allá, está obligada a cumplir con el compromiso y, pase lo que pase, asistirá
al clásico regional.
Y aquella justa trae una variante muy peligrosa en 2013:
no empezará a disputarse el 2 de febrero, sino el 1° de ese mes.
Hasta ahora,
nuestra pelota ha realizado el 30 de enero esos eventuales séptimos partidos de
cada final, lo que dejaba el 31 como el día para organizar el viaje, buscar
refuerzos, tramitar visados, y el 1° para hacer el traslado a Maiquetía y volar
al país sede, que el año próximo será México, nada menos, a unas seis horas en
jet. Ese 1° de febrero ahora hay que jugar. ¿Ven el problema?
El único espacio
libre, si se demora la disputa de la semifinal, está en la pausa entre el
tercero y el cuarto tope de la final, descanso de por sí escaso, porque lo
correcto para con los peloteros y lo beneficioso para el espectáculo es tener
dos fechas libres en la serie decisiva, algo imposible con el calendario
actual.
Sí, ocurre todos los años y aún hay resistencia al cambio. Pero hay que
repetirlo cada diciembre, hasta que el calendario de
fin.
Publicado en El Nacional, el miércoles 12 de diciembre de 2012.
de pana!! nunca he entendido porque la liga no puede comenzar el 1 de octubre en vez del 10, 11 o 12 tradicionales, de verdad no se en que afecta si todos los equipos juegan casi con la paralela y uno que otro grande que viene de lesión.