Un sumarísimo repaso a la eliminación de tres semifinalistas
Fracaso.
El
único modo en que los Leones, Caribes y Águilas podrían verlo distinto, sería asumiendo que alguno de los tres no tenía las armas para meterse en la final.
Por eso, la eliminación es un fracaso y hay gente molesta. A la hora del
análisis, sin embargo, hay que tener cabeza fría.
Vamos por partes.
Caribes.
era uno de los favoritos de la prensa especializada al llegar enero. Tenía un
estable cuerpo de lanzadores, comenzando por la rotación, y eso le permitió a
la gerencia buscar buenos bates en el draft de sustituciones.
Infortunadamente,
las series cortas son traicioneras. En el beisbol, el mejor equipo es aquel que
tiene las armas para imponerse a largo plazo, pero el campeón no es
necesariamente el mejor, sino el que sobrevive al vaivén de los playoffs.
¿Quién podía pensar
esto el 2 de enero? Ese staff confiable llegó al último día de la semifinal con la mejor efectividad colectiva; un espejismo, pues también era el que había
propinado menos ponches, sólo el Caracas había recibido más jonrones y
únicamente Lara había entregado más bases por bolas.
La estabilidad se lastimó
decisivamente cuando José Álvarez, un serpentinero fundamental en la fase
regular, se lesionó en el primer juego, que la tribu ganó a los Leones. Álvarez
trató de regresar, pero cargó con dos derrotas en el proceso y tenía 7.15 de
efectividad cuando Detroit lo mandó a parar.
La ofensiva mejoró, como se
esperaba, y los indígenas eran líderes en jonrones antes de despedirse contra
las Águilas. Pero la razón que justificaba su favoritismo era el pitcheo; de haber
mantenido su nivel, la historia tal vez sería otra. Al final, quedó la imagen
de sus serpentineros desplomándose en Puerto
decisiva remontada.
Águilas.
favorito hasta el 30 de diciembre. Hemos escuchado y leído testimonios
inconformes sobre cómo encararon el recién concluido round robin, pero siendo
imparciales, no hay modo de que un equipo pierda lo que perdió este y mantenga su
potencial. No lo hay.
En los últimos días de la eliminatoria los rapaces quedaron
sin tres de sus cinco abridores, incluyendo al Pitcher del Año, Dwyne Pollok; quedaron
sin cerrador y sin uno de sus principales preparadores; quedaron sin dos de sus
tres principales bates, Evan Gattis y Gerardo Parra, además del grandeliga
Darin Mastroianni.
No hay modo de cubrir tantas bajas, algunas inesperadas. Ni
siquiera sabiéndolo desde octubre.
De los rapaces quedará el saber que la
organización es cada vez más sólida, que cuenta con más y mejor material
nativo, con una base de importados para repetir y un discurso coherente. A su
directiva, que en el pasado se le criticó el manejo del presupuesto al ir en
busca de refuerzos, hay que reconocerle que esta vez drafteó lo mejor
disponible.
A la postre, Alex Cabrera bateó .175 con un extrabase, el símbolo
de una semifinal para el olvido.
Caracas no
comenzó 2013 como favorito, a pesar de su sólida cosecha a partir de la llegada
del manager Frank Kremblas. El gran problema era la rotación, al marcharse o
lesionarse los que debían lanzar en la última recta y quedar de ese grupo
apenas Guillermo Moscoso.
Sin mucho que tomar en el draft y el error o el
infortunio de haber creído en Tyson Brummet, los abridores melenudos llegaron
al juego 16 con 5.97 de efectividad colectiva, la peor entre todos los
participantes.
A eso se unió la sequía de Josh Kroeger, Asdrúbal Cabrera,
Daniel Mayora, Darren Ford, y las lesiones de Carlos Rivero y Jesús Aguilar.
Con
una rotación estable, el bajón habría pesado menos. Sin un buen desempeño de los lanzadores, resultó decisivo. Como sea, había una
aspiración que no se concretó, al igual que con Zulia y Anzoátegui.
Un fracaso.
Publicado en El Nacional, el martes 22 de enero de 2013.