El Emergente: Lo bueno, lo malo y lo feo del Clásico Mundial

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El Clásico
Mundial terminó siendo un éxito económico y tiene garantizada una cuarta
edición, en 2017. Pero junto a lo bueno, también hubo cosas malas y, para
Venezuela, algunas muy feas

República
Dominicana fue lo mejor del Clásico Mundial de Beisbol, más allá de la heterodoxa
celebración de Fernando Rodney y el plátano mágico que inspiró la victoria
final.

Pero hubo otras cosas notables en el torneo.

La asistencia a los parques
en Japón y sobre todo en Puerto Rico y Estados Unidos.

Más de 35.000 personas
pagaron para ver la final, a pesar de que el país anfitrión estaba ausente.

Las
campañas de Puerto Rico, Italia y especialmente Holanda, con sus jugadores
nativos, particularmente los neerlandeses, dotados de jugadores nacidos en los
países bajos y las Antillas.

El golpe de Taiwán, que por fin avanzó a la
segunda fase.

La presencia de estrellas, desde Miguel Cabrera y Robinson Canó,
pasando por Yadier Molina, David Wright, R.A. Dickey y tantos otros que
reforzaron a la mayoría de las divisas; faltaron muchas figuras, pero aunque hoy
parezca imposible tener un Mundial que abarque a todos los astros, la justa
tuvo alto nivel competitivo, a pesar de su complicada estructura eliminatoria.

Y
la alegría de tener transmisiones de pelota en vivo, a medianoche, en la
madrugada, en la mañana, a mediodía, en la tarde y al anochecer.

Y que los
medios estadounidenses debatan sobre la energía en las tribunas que posee el latinoamericano,
y que algunos instaran a las barras norteamericanas a aprender de ese
entusiasmo y a imitarlo.

Y al final, tras el out 27 del último juego, el gesto
de Molina, el manager Edwin Rodríguez y el resto de los boricuas, al acercarse a
los campeones, reconocer su triunfo y cerrar el torneo con un abrazo de
felicitación.

Quedan cosas
malas y otras por corregir, luego de tres ediciones del Clásico Mundial.



Que la
convocatoria sea arreglada de modo artificial por Major League Baseball y la Asociación de Peloteros, al punto de que
los países no se distribuyen en los grupos según un sorteo, sino por los
intereses de los organizadores.



Que algunos equipos todavía dependan de los bisnietos
de sus emigrantes, a fin de poder completar sus rosters, lo que hace de Estados
Unidos el principal proveedor en la competencia.



Que ese reparto sea a veces
caprichoso y hasta sospechoso, como la posibilidad, al final no concretada, de
que Bruce Chen representara a Panamá en la fase clasificatoria y luego a China en
la primera ronda, o como la decisión de MLB de pasar a David Hernández de la
nómina mexicana a la estadounidense, al lesionársele un pitcher a Joe Torre antes
de la inauguración.



Y que todavía no exista el modo de que los grandeligas puedan
entrenarse en grupo desde antes de comenzar el spring training.



Y que el
Clásico siga sin un sistema verdadero de eliminatoria directa, que evite
recurrir al total de carreras anotadas o recibidas por cada equipo para resolver
empates antes de la semifinal.
Venezuela tiene
una clara oportunidad de aprender, para aplicar correctivos que eviten las feas
situaciones vividas por la selección nacional.



Que el próximo manager no tenga
trabajo en la LVBP, para que pueda dedicarse completamente a la convocatoria y
planificación de la justa, a fin de evitar que de nuevo la Vinotinto sepa cuál
es su plan de vuelo a sólo cinco días de la voz de playball.



Que el alto mando
tenga claro que debe contactar a los gerentes generales, managers y coaches de
pitcheo de MLB antes de iniciar el spring training.



Que el staff sea capaz de
mantener el foco y la disciplina, pero también el entusiasmo de la novena. 



Y
seguir el ejemplo de Quisqueya, que usó la Serie del Caribe para que varias de
sus estrellas llegaran al Clásico en ritmo competitivo, incluyendo a Fernando Rodney,
que practicó en Hermosillo su heterodoxa celebración.


Publicado en El Nacional, el sábado 23 de marzo de 2013.
Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

1 COMENTARIO

  1. La heterodoxa celebración de Rodney se parece mucho a la que hacía el español Caminero, allá por los 90, jugando para el Atlético de Madrid. Después de un gol, Caminero corría y se barría terminando con una rodilla en tierra y la otra pierna extendida, mientras ponía los brazos y la cabeza en la misma forma que lo hace Rodney. No digo que él lo haya copiado, solo que eso me recuerda.

    También Rodney me recuerda al cafecito Martínez, por estar siempre de broma, siempre en el medio del chacoteo.

    Saludos.

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