Del más joven al más viejo, algunas curiosidades de los criollos al inicio de 2013
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| Joseph Ortiz |
Joseph
Ortiz no es el primer grandeliga venezolano nacido en los años 90. Ni siquiera
es el más joven entre los que comenzaron en el roster activo esta vez.
El zurdo, que debutó en las mayores el domingo, frente a
los Astros, nació el 13 de agosto de 1990, en Caracas. Ender Inciarte es del 29
de octubre de 1990.
Visto en retrospectiva, resulta asombroso que Salvador Pérez
haya sido el primer criollo nacido en la década de los 90, pues su primer juego
en la gran carpa ocurrió hace tres campañas. Así de precoz es este receptor. Pérez es del 10 de mayo de 1990.
Al otro extremo está Henry Blanco, que el 29
de agosto cumplirá 42 años de nacido. Después del retiro de Omar Vizquel, y
tras ganar su lugar en Toronto, el receptor de Guarenas quedó con esa
distinción, aunque no necesariamente será el nativo con más temporadas entre
los activos, según evolucionen los acontecimientos.
Blanco está en su décimo
sexto campeonato, igualando a Oswaldo Guillén y Víctor Davalillo entre quienes
han acumulado más tiempo de servicio, pero si Bob Abreu llegara a conseguir
contrato, llegaría a 18 zafras, la misma cantidad de Luis Aparicio y sólo por
detrás de Vizquel, Andrés Galarraga y David Concepción.
integran la lista de venezolanos en las grandes ligas? El estreno de Ortiz hizo
que de nuevo se escribiera y hablara sobre la cifra de bigleaguers.
Según la
cuenta tradicional, es el número 288. Inciarte fue puesto en waivers el martes y posiblemente termine en las menores, sin haber celebrado un duelo. Así que con Héctor Rondón la suma
llegará a 289.
¿Realmente tiene sentido seguir contabilizándolos de ese
modo? ¿No es contradictorio y hasta un poco tonto?
Cuando los Marineros enviaron
a las menores a Daniel Farquhar, postergaron la discusión que algún día habrá
de darse, respecto a su lugar en la lista.
Farquhar lanzó en las mayores hace
dos justas, como ciudadano estadounidense. Desde entonces, aceptó venir a
Venezuela como pitcher de los Cardenales y vio acción como criollo en la LVBP,
aunque no tramitó sus papeles ni solicitó su pasaporte vinotinto, al menos
según la última información que nos dieron en Barquisimeto.
Más allá de lo que
dice la Constitución Nacional, que avala la determinación de algunos a contar
al larense Josh Barfield en ese grupo; más allá de que Farquhar legalmente sea
venezolano por nacimiento debido a que es hijo de una mujer venezolana, ¿cuál
es la razón por la que hemos actuado de una manera con Aurelio Monteagudo y de
otra con él?
Si a Monteagudo se le cuenta en el listado desde el momento de su
debut, aun siendo cubano por ese entonces, ¿por qué las diferencias?
numerar los estrenos ya parece inútil, conforme se sigue enredando el panorama.
Otro ejemplo, el caso de Felipe Paulino: no aparece entre los grandeligas de
Venezuela en los conteos extranjeros, porque nació en Santo Domingo. Quiere
decir que es dominicano. Pero Paulino protesta acremente cada vez que alguien
le recuerda la diatriba y defiende su crianza en Los Teques, su infancia y adolescencia
en los Altos Mirandinos y su derecho a forma parte del orden que encabeza
Aparicio.
Monteagudo y Paulino tienen sus papeles en regla, Barfield y Farquhar
no, pero este último ya actuó como nativo con los crepusculares.
Y están los
tres que estuvieron en las mayores sin haber sido llamados al juego, ahora con Inciarte, Luis
Oliveros y José Yépez. Y los cuatro que han estado en lista de incapacitados
sin jugar jamás.
Dejemos de contar o contemos a todos. No juguemos más a ser dioses.
Entretanto, esperemos el segundo juego de Ortiz, para verle dejar atrás el —este
sí— muy breve lote de venezolanos con sólo un juego en las mayores, que
comparte con Pedro Hernández, Alex Serrano y los ya retirados Beiker Graterol,
Willie Martínez y Eduardo Villacís.
Publicado en El Nacional, el miércoles 3 de abril de 2013.
