Emergente
Serrano
Salvador Pérez |
Los dos
equipos que se miden desde este martes en
Mundial
mejor estructurados, los de mayor balance y más potente ofensiva. Esos títulos
los tenían los Ángeles, los Nacionales o los Dodgers, al comenzar los playoffs.
Los que
chocan en la batalla final de las Grandes Ligas tienen agujeros y carencias, pero
comparten una característica vital: son los que mejor están jugando.
Los Medias
Blancas de 2005 tampoco eran los mejores al comenzar octubre, pero terminaron
el mes con el trofeo sobre sus cabezas, bañados todos en champaña, porque supieron
jugar mejor.
Tampoco San
Francisco y Anaheim eran los mejores al avanzar a la postemporada en 2002, la
única vez que dos comodines habían disputado la corona en el clásico de otoño.
Así es el beisbol. Impredecible, por un lado. Por el otro, cautivador para
pronosticar.
¿Cómo
anticipar que Kansas City se soltaría a dar cuadrangular contra Baltimore, en
de terminar en el último lugar en jonrones de
¿Cómo
suponer que San Luis caería acribillado por Travis Ishiwawa, un pelotero al que
su actual equipo ya una vez había dejado ir, tras haberle perdido la fe?
Puede que
la rotación de los Gigantes sea un poco más compacta y que la presencia de
Yusmeiro Petit le otorgue un comodín para los relevos de largo aliento. Puede
que no haya habido un mejor bullpen que el de los Reales este mes.
Debería ser
una buena serie. Deberíamos ver pelota pequeña y buen pitcheo. Deberíamos creer
que los monarcas llevan algunos centímetros de ventaja, por su velocidad y sus
bomberos.
Pero en el
beisbol la teoría termina cuando se oye la voz de playball.
Publicado en El Nacional, el martes 21 de octubre de 2014.