Por Carlos Moreta
Santo Domingo, RD. Era la fecha 25 en agosto de 2014, mientras que Mike Trout intentaba dar con la forma de ajustarse en un momento que bateaba para .223 en todo el mes. Las altas temperaturas coincidían con el descenso de la personalidad más importante en la alineación de los Angelinos.
Ese mismo año obtuvo los votos que le valieron el primero de tres MVP ‘s colgados en su vitrina. Y con la racha negativa reivindicó un ejemplo presente en cada pelotero: no existen las buenas temporadas sin antes atravesar una depresión.
Los primeros 80 encuentros de 2023 hacen pensar en esa máxima.
Trout no sostiene registros necesariamente malos, pero que simbolizan oposición con el estándar de sus trece campañas de trayectoria. Batea para .260 y tiene OPS+ de 134, superando a la media en cada caso con diferencia, aunque alejado de sí mismo.
Ha estado conectando la pelota con la contundencia acostumbrada, como lo muestra la velocidad de salida de 92,1 millas por hora o la tasa de batazos fuertes del 52,7 %. Esos numeritos adelantan en decimales a cuando pegó 40 vuelacercas un año antes.
Así como ocurre con la potencia de sus batazos, el ritmo de apariciones terminadas en bases por bolas logra mantenerse en beneficio del jardinero cuando colecciona 12,5 por ciento.
Descartando que la falta de disciplina o velocidad de conexión sean las causas de la problemática, las cosas giran hacia una dirección: ¿dónde están terminando las pelotas?
En comparación con la zafra del 2022, Trout aumentó la cantidad de bolas bateadas en forma de rodados en un 7,6 por ciento (de 24,7 a 32,3). Esto representa todo menos beneficio, pues cuando conecta a la tierra sostiene un slugging de .323.
Guarda una estrecha relación con los swings que realiza golpeando la esférica en la parte superior. Ha incrementado en 3,3 % la cantidad de “topped contact” (de 15,0 hasta 18,4), término que se refiere a cuando el bateador impacta la bola arriba («ñameo», usando el lenguaje coloquial).
MENOS CASTIGO
Trout luce estar encima de la pelota, por lo que no consigue castigarla en el centro y provoca los roletazos. La razón puede obedecer a una sincronización inadecuada.
Otro departamento en disminución es la producción de batazos dirigidos hacia el centro del terreno, observando que conserva el menor porcentaje (28,9) de conexiones en esta dirección desde que irrumpió a la liga.
También llama a la curiosidad como el bateador derecho apenas consigue un promedio de .276 frente a lanzamientos en el medio del plato a los que hizo swing, la cifra más baja en este casillero a partir del 2012 —y el arrastre de una situación deprimente—.
Además, reluce un descenso cuantitativo frente a las rectas de cuatro costuras, el lanzamiento de mayor uso en contra suya luego de verlo pasar en el 49 por ciento. De forma específica, cuando estas superan las 95 millas por hora en el radar.
Dentro del escenario citado, Trout sostiene una pírrica actuación como evidencia un slugging de .213; en el caso opuesto, recibiendo rectas con viaje menor a la velocidad expuesta, eleva las cosas hasta un .566.
Acudir a la «curva de envejecimiento» para explicar la situación que atraviesa el pelotero, de 31 años sería radical y tonto (al momento que sustenta la fuerza acostumbrada e índices de pasaportes, que terminan siendo los principales indicadores de una buena o mala actuacion en la mayoría de los casos).
LEE TAMBIÉN:
Luis Arráez se mantiene firme y Ronald Acuña sigue subiendo
Entonces, ¿cómo se clasifica lo que estamos viendo? Pues eso: una primera mitad de luchas, pero con un bateador que debe realizar ajustes para conseguir la constancia necesaria.
Y eso está en camino de ocurrir, mientras que consigue una línea ofensiva de .296/.397/.611 en los últimos 15 duelos en los que tiene participación. Después de todo, Trout tiene 18 cuadrangulares en la temporada.
(Carlos Moreta)
Foto: @angels
Ayuda a que El Emergente no se pierda un juego.
Colabora con este proyecto en la página patreon.com/IgnacioSerrano. O apóyanos con cualquier monto a través de paypal.com/ignacioluiserrano.
