EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano
Hernán Pérez era un símbolo para los Tigres. Lo tenía todo. Querido por la afición, radicado en Maracay, con una producción de élite en la LVBP y capitán de los felinos.
Un cambio por un jugador así no se lleva a cabo por razones frívolas y menos por antipatías personales. Al menos esa es la teoría. Y aunque lo humano también sea parte de este tipo de transacciones, es mucho lo que está en juego para Víctor Zambrano, el nuevo presidente de Aragua.
Zambrano fue pelotero y sabe el impacto que una transacción así puede generar en la cueva y en los resultados de una divisa. Así que debe haber pensado muy bien este movimiento.
Analicemos entonces lo que gana y lo que pierde aquí, así como el posible impacto del paquete que acaba de adquirir.
La pérdida es obvia. Pérez resultó el mejor bate de los bengalíes por más de un lustro. Se embasa con frecuencia y puede empujar carreras. Todavía es relativamente rápido. Y lo más importante: puede jugar con decoro en cualquier posición del campo, incluyendo el center y el short. Eso vale oro, claro que sí.
El recién llegado Cafecito Martínez pondrá los altos promedios que presumiblemente pierden los Tigres con esta medida. Pero para la alineación es un golpe real. No olvidemos que la administración anterior cambió a su principal jonronero, Wilson García, justo antes de la llegada de Zambrano, precisamente para adquirir al Café.
A eso hay que añadir el liderazgo de Pérez. Porque es algo que va más allá de su talento con el madero y con el guante.
Una de las necesidades más claras de los aragüeños es volver a crear el ambiente estable y combativo de los tiempos de la Dinastía. Este ha sido el equipo más activo en el mercado desde la salida de la presidencia de Rafael Rodríguez Rendón. Y aunque es de suponer que la administración de Carlos Guillén dio cada paso con el ánimo de ganar, también es evidente que tantas llegadas y salidas no terminaron con las coronas ansiadas.
Y tampoco sirvieron para generar estabilidad en el clubhouse, que era el riesgo que se corría al activar una puerta giratoria en el estadio José Pérez Colmenares.
Así que Pérez ya no está. Y para compensarlo, algo grande tiene que llegar.
Tres pitchers son algo grande. Eso no tiene discusión y mucho menos en el beisbol invernal. Al menos en el papel, el primer balance parece positivo. Por una figura llegan tres peloteros. La primera ganancia es representada por esa abundancia. Y los tres que arriban son lanzadores, un bien precioso y escaso en la LVBP.
Zambrano y los Tigres ganan por partida doble si se ve desde aquellos puntos de vista. Ahora viene la parte impredecible en todo canje: ¿qué sucederá con los involucrados en el futuro cercano?
Esto es un azar, claro está. Dilson Torres era el mejor pelotero en aquel momento cuando los Leones lo adquirieron por Miguel Cairo. Y lo mismo puede decirse de Hernán Iribarren, la pieza que Caribes entregó por Ildemaro Vargas.
Algunos cambios resultan inocuos. Otros son de impacto. Y no pocas veces terminamos ante sorpresas.
Aragua, en la teoría, necesita que al menos dos de sus nuevos pitchers resulten lanzadores que dejen huella. Que Pedro Rodríguez sea capaz de sacar outs en los últimos innings. Que Argenis Angulo sea el relevista de su primera temporada en la pelota local. Y si en el camino ocurre que Adrián Almeida puede tirar strikes, pues negocio redondo.
El riesgo para los rayados es que todo eso puede pasar, sí, pero también hay razones para mantener cruzados los dedos hasta enero. Veamos caso por caso.
Rodríguez es un guerrero, probado y recomprobado en la liga. Fue estrella con Anzoátegui, líder salvador de todos los tiempos en esa franquicia. Fue estrella con Magallanes, Cerrador del Año en su paso por la nave. Y fue estrella con Lara, cerrojo campeón allí.
El Amolador está por cumplir 35 años de edad. O sea, que está en el último cuarto de su carrera, en el mejor de los casos. Una lesión le impidió lanzar en la 2021-2022, aunque está de vuelta y tiene 0.00 de efectividad en la Liga Mayor, con Guerreros. Llega con equipaje a Maracay, para esperanza y temor de los aficionados.
Porque si Rodríguez está en plenitud de forma, puede ser muy eficiente. En la 2020-2021 tuvo 2.25 de efectividad, con relación de 15 ponches y 2 boletos en 16 entradas. Falta ver si su paso por la liga de verano sirve para dejarle nuevamente al tope de esas condiciones que cosecharon aplausos.
Angulo es el talento más rotundo de los tres, ahora mismo. Tiene una recta de fuego. En su debut con Cardenales tuvo 1.35 de efectividad, cuenta 28 años de edad y se encuentra en Doble A. Si Minnesota todavía cree en él, ¿por qué los Tigres no?
El derecho tiene dos problemas que son resolubles. Tiende al descontrol, lo que puede compensarse con el poder de su recta y, ojalá, un trabajo que le permita moderar las bases por bolas. Y necesita otro pitcheo de out.
Como depende tanto de la lisa, los rivales se sientan a esperarla. En el último torneo invernal eso fue evidente: al no poder pasar a los contrarios, estos le daban foul y foul hasta que, o tomaban boleto, o daban el hit. Por eso cayó a 5.94 de promedio.
Lo de Angulo posiblemente pudiera trabajarlo un coach de pitcheo dedicado y paciente. Y Almeida también necesita eso.
El zurdo es otro lanzallamas, que suelta la pelota a 97 y hasta 98 millas por hora. El descontrol impidió que se asentara en Margarita y le sacó de las Ligas Menores. Pero tiene una altísima capacidad ponchadora.
Para resultar dominante, Almeida necesita tirar strikes. Y en Aragua esperan que esté aprendiendo a hacerlo. Tiene 27 años y hace semanas brilló con el York en la competitiva Atlantic League. De allí pasó al Saltillo, en la Liga Mexicana de Beisbol, con menos suerte.
Con el Revolution tenía 1.17 de efectividad. Con los Saraperos anda en 6.23. En todo caso, la clave con él es que evite las transferencias. Sus 25 ponches en 19.2 actos en 2022 son una prueba fehaciente de su poder. Pero las 19 bases por bolas pueden ser un dolor de cabeza.
Hernán Pérez ya no está. Los Tigres sufrieron por falta de pitcheo en los últimos años y consideron válida la apuesta de entregar a su líder para conseguir no uno ni dos, sino tres brazos para el bullpen. Cardenales les entregó en el pasado a un Jhondaniel Medina que se parecía mucho a Angulo y Almeida. Y Medina floreció en la Ciudad Jardín. Eso mismo necesita Zambrano que ocurra ahora, para probarle su punto a la la afición.
(Ignacio Serrano)
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Muy bien Ignacio la primera parte del análisis de los Tigres del por qué, ahora me quedé con las ganas de leer la otra cara de la moneda, el artículo te deja en deuda con nosotros. Saludos
Esa columna va mañana, Alejandro. Todo a su momento. Un abrazo
Com todo ese análisis jamás de los jamases tenía que hacer ese cambio es algo q muchos estamos molesto x todo lo q represento Hernán Pérez para los tigres solo a un xxx se le pudo ocurrir esa estrategia
Y Nadie asista al estadio nadie asista al estadio en protesta x este cambio y de seguridad así pasará !
Al igual que muchos fanáticos tigreros no estoy convencido con el cambio, si vas a soltar tu pelotero franquicia, sabiendo en el vaporon que te vas a meter, tienes que traer peloteros de peso, lo que comentas sobre estos lanzadores en la actualidad pasa por ligar que les vaya bien, osea, es una apuesta, y más allá de que muchos cambios así son, por lo menos en el principio deberían darte la confianza, cosa que aquí no pasa, Zambrano comenzo con un discurso que nos hizo apostar a el, pero demostró ser más de lo mismo. Saludos