ARLINGTON
La lluvia que impidió el encuentro del miércoles nos dio el chance de recorrer el Rangers Ballpark, el estadio donde Omar Vizquel busca hacer historia. Sabíamos que es uno de los escenarios más lindos para jugar beisbol, pero no habíamos reparado en lo espacioso que puede llegar a ser, lo cómodo, incluso en una situación como la del miércoles.
Puesto que el público no podía mantenerse en las tribunas, millares de personas se replegaron hacia las entrañas del parque, sin causar un caos. No hemos visto un diseño mejor que este, entre los sitios que hemos conocido gracias a nuestro trabajo, y eso incluye Camden Yards, el Progressive Field o el Minute Maid Park, por citar tres notables. Aún no conocemos el nuevo Yankee Stadium, que hasta carnicería tiene, pero, por lo pronto, nuestro voto se queda en Arlington.
Por doquier hay mesas para sentarse a comer lo que venden las decenas de concesionarios. Hay restaurantes y bares, claro, desde donde es posible ver el juego con comodidad, y la zona para niños, detrás de las gradas del center, está a la zaga sólo del AT&T Park de San Francisco. Allí, los chicos pueden batear, lanzar y correr sobre grama artificial, hay ventas de helados y dulces.
Además de las habituales tiendas de artículos de los Rangers, hay otras especializadas en objetos usados en encuentros reales; se puede comprar una camisa que vistió Jarrod Saltalamacchia, por 125 dólares; pelotas sacadas de juego, por 10 dólares; bates rotos o enteros, con evidentes signos de desgaste, por entre 30 y 150 dólares; o almohadillas que cuestan 250 y aún tienen las huellas de los corredores que pasaron por ellas.
Parte del edificio se diseñó en memoria del desaparecido Ebbetts Field de Brooklyn y el rightfield es la copia de los bleachers del Tiger Stadium, cuyos últimos vestigios, por cierto, están siendo demolidos hoy.
La joya del lugar es el Museo de las Leyendas, una exposición de objetos que van del siglo XIX hasta nuestros días, incluyendo decenas de artículos pertenecientes a Cooperstown. Por doquier aparecen las gigantografías de las estrellas presentes (Ian Kinsler, Michael Young, Nelson Cruz) y las figuras del pasado de la organización (Jeff Burroghs, Fergie Jenkins, Charlie Hough, Buddy Bell, Nolan Ryan, cuya estatua se alza en el center, con la gorra en alto).
Es una mezcla perfecta de lo antiguo, con esas enormes columnas de acero desnudo que se alzan aquí y allá, como en el Fenway Park o el Wrigley Field, y lo moderno, reflejado en el concepto comercial y cómodo, que permite a la gente esperar durante horas la reanudación del juego, sin sufrir un apiñamiento.
Publicado en El Nacional, el 12 de junio de 2009.