El pitcher aragüeño está feliz ante la posibilidad de ser testigo de otra hazaña de Omar Vizquel y espera tener una larga carrera con los Rangers.
ARLINGTON
Guillermo Moscoso ya posee una colección de recuerdos y objetos, atesorados gracias a su paso por el beisbol profesional.
El último pitcher venezolano en lograr un juego perfecto, antes de que Jeanmar Gómez le imitara el mes pasado, cuenta que tiene en casa un sinnúmero de implementos relacionados con aquella hazaña, que logró en clase A, en 2007.
“Guardé todo”, sonríe en el clubhouse de los Rangers, el equipo que volvió a llamarle el martes a las mayores, tras un breve paso por triple A. “Tengo mis spikes, la camisa y la gorra que usé ese día, la pelota del último out, la planilla de anotación original, una foto que me hice con todo el equipo y otra con mi catcher, el puertorriqueño Ángel Flores. La planilla de anotación la tengo montada en un marco”.
La carrera de Moscoso en las mayores apenas empieza. Lanzó un inning en su debut, hace poco más de dos semanas, y fue devuelto a las menores, para regresar esta semana y trabajar un par de episodios más. Las paredes de su casa aguardan por más recuerdos para la colección.
“Las dos veces que me han subido me agarraron por sorpresa”, indica el nativo de Maracay. “No esperaba que la primera fuera tan rápido. Ya me habían dicho que iba a regresar a triple A, donde me pusieron de vuelta en la rotación. Pero en este negocio nunca se sabe lo que puede pasar. Volvieron a llamarme y creo que ahora sí voy a quedarme más tiempo. El resto del año. Si Dios quiere”.
Moscoso es una de las piezas más valoradas en el sistema de granjas de Texas, a donde llegó como parte del cambio que envió al veterano receptor Gerald Laird a Detroit. Convertido en apagafuegos por los vigilantes durante el spring training, confía en que algún día será abridor arriba.
“Son cosas muy diferentes”, señala.
No ha pasado mucho rato desde que Moscoso terminó de trotar por el outfield del Rangers Ballpark, bajo el calor abrasador tejano. “Menos mal que nos dejan hacerlo antes de la práctica, sin público; así podemos hacerlo en shorts, sin uniforme”, dice. El sudor aún está en su frente. Trabajar duro y aprender rápido, sugiere, marcarán su ruta.
“El coach de pitcheo (Mike Maddux) me ha dicho que debo acostumbrarme a los bateadores, aprovechar mi rol de relevista, para ir teniendo una idea de cómo enfrentarlos aquí”, explica.
Moscoso está contento. No sólo está en la gran carpa, un sueño confeso, “lo que uno siempre quería”. Además, su club está ganando y aspira a la postemporada. Desde su esquina en el camerino tiene una panorámica clara del potencial de los vigilantes: cuando le subieron la primera vez, le dieron un locker entre los demás bomberos y reclutas, pero ahora le pusieron en la fila de “los caballos”, entre los jonroneros Nelson Cruz y Josh Hamilton, a corta distancia de Ian Kinsler.
“Ya tengo más confianza con los muchachos”, ríe. “Lo importante es quedarme todo el año”.
La madre de Moscoso le llamó hace semanas, para contarle lo que había hecho Jeanmar Gómez y decirle que la prensa venezolana volvía a recordar el juego perfecto que lanzó en las sucursales de Detroit. Espera algún día saludar a su émulo, y preguntarle quizás qué sintió durante la hazaña.
El derecho caraquista confiesa que aquella fue una de las grandes emociones de su vida. Pero no la única.
“El día que me firmaron, no pude dormir”, apunta. “Pero lo más emocionante fue debutar en las grandes ligas. Y mi primer pitcheo aquí”.
UN MANAGER CONTENTO
Ron Washington, el manager de los Rangers, está contento con lo que ha visto de Guillermo Moscoso. Asegura que el venezolano puede ser una parte importante en el staff de lanzadores de un equipo con aspiración a sorprender en el oeste de la Liga Americana, pero no quiere hablar del futuro rol del derecho: “Lo que nos interesa es el presente. Ganar en el presente”, asegura. Por lo pronto, Moscoso relevará. El tiempo dirá si a partir de 2010 hay para él un lugar en la rotación.
Publicado en El Nacional, el viernes 12 de junio de 2009.
