Andrés Galarraga se enfrenta a una difícil competencia, en su anhelo de alcanzar un lugar en el Salón de la Fama de Cooperstown
¿Conseguirá Andrés Galarraga ese 5 por ciento necesario para mantenerse en las planillas de votación del Salón de la Fama?
La pregunta es irreverente para quienes creen, con legítimo derecho, que el caraqueño algún día obtendrá el 75 por ciento que le asegura una placa en Cooperstown. No somos igual de optimistas.
Primero que nada, está el ejemplo de David Concepción. El aragüeño fue uno de los dos torpederos más nombrados y seguidos en los años 70, y durante la primera parte de los 80 se convirtió en una fuerza ofensiva. Sus números defensivos le ubican entre los mejores 15 torpederos de todos los tiempos y ofensivamente no tiene nada que envidiarle a la mayoría de los shortstops que están en el templo, como Pee Wee Reese o Phil Rizzuto. Pero Concepción no consiguió acercarse a los tres cuartos necesarios en la votación, a fin de lograr la inmortalidad.
En 9 ocasiones, casi la mitad de su carrera de 19 años, el aragüeño fue seleccionado para el Juego de Estrellas y tres veces recibió votos para el Más Valioso, incluyendo un cuarto lugar en 1981. Pero con ese currículo, Concepción fue pasado por alto por la mayoría de los miembros de la Asociación de Cronistas de Beisbol de Estados Unidos.
Galarraga fue tomado en cuenta sólo 5 veces para el Juego de Estrellas en 19 campañas, y en siete oportunidades recibió apoyo para el Más Valioso, aunque su mejor figuración fue el sexto lugar que consiguió en 1996 y 1998 (en 1996 quedó a 280 puntos del primer lugar y en 1998 quedó a 291).
Si incluyéramos sus dos mejores cosechas con los Expos, sólo suma 9 temporadas brillantes, contando las 5 con los Rockies y las 2 con los Bravos. Supongamos, sin embargo, que esos 9 torneos fueron tan sobresalientes que le permitirían aspirar a la inmortalidad, como Sandy Koufax. Supongámoslo, y ubiquemos al Gato alrededor de sus pares, sluggers de las últimas décadas del siglo pasado.
Hay varios que están fuera del pabellón, a pesar de haber conseguido más de 400 vuelacercas (Dave Kingman, Andre Dawson, Darrell Evans) y 1.450 empujadas (Dave Parker, Rusty Staub, Joe Carter, Dawson). Recordemos que el venezolano se despidió con 399 y 1.425. Su caso pareciera estar en la frontera entre lo elegible y lo que no.
Sabemos que sus estadísticas serían mejores si, en lo mejor de su carrera, no enferma y pierde dos campeonatos, 1999 y 2004. Sabemos lo que el caraqueño significó para Venezuela, cómo reunió a su alrededor a todo un país, cómo regresó en grande y la inspiración que todavía causa.
Esto, lamentablemente, no es tomado en cuenta por los votantes, que se decantan por ver cifras y el lugar de éstas con los contemporáneos del elegible. Y con Galarraga jugaron muchos candidatos con mejores cifras: Barry Bonds, Mark McGwire, Sammy Sosa, Rafael Palmeiro, Ken Griffey Jr., Manny Ramírez, Alex Rodríguez, Frank Thomas, Gary Sheffield, Harold Baines, Jim Thome, Fred McGriff, Jeff Bagwell, Jeff Kent, Carlos Delgado, Luis González, Carter, Parker y Dawson, por ejemplo.
Varios de ellos están manchados por las sustancias prohibidas, muchos aún no son elegibles y no todos entrarán a Cooperstown. Pero tomemos el caso de Baines: empujó 1.628 carreras, golpeó 384 cuadrangulares, bateó de por vida .289 (contra .288 del caraqueño), 4 veces fue votado para el Más Valioso y fue seleccionado a 6 juegos de estrellas.
El perfil de Baines, en cierto modo, se parece al de Galarraga. El outfielder logró 5,9 por ciento de los votos en la última escogencia del Salón de la Fama. ¿Estamos seguros de que la diferencia entre ambos fue tanta, como para que el orgullo de Chapellín pueda rebasarle? Ojalá. Pero será difícil.
El dato:
El Gato tampoco convoca el entusiasmo de los votantes, como escribe Efraín Ruiz en su blog, desde Nueva York. Aquí está la nota
Publicado en El Nacional, el domingo 29 de noviembre de 2009.
