El emergente

No es cosa sencilla votar esta vez por el Pitcher del Año. Es la casilla de la planilla que más tiempo nos tomó rellenar. ¿Cómo premiar a un lanzador en una campaña netamente ofensiva?

Ningún equipo terminó con efectividad colectiva bajo 4.01 y el líder en victorias, Carlos Monasterio, cerró con 4.21, un promedio muy feo, si se tiene en cuenta para un reconocimiento como el Carrao Bracho.

(Lo de Monasterio sirve para resaltar, una vez más, la falacia de considerar mejor a un serpentinero con más triunfos. El beisbol, volvamos a Perogrullo, es un deporte de conjunto y los éxitos se obtienen en conjunto. ¿Acaso no hay una matriz de opinión en cuanto a que Johan Santana tendría muchos más ganados si lanzara con los Yanquis, en lugar de haberlo hecho para los Mellizos o los Mets? Pues apliquemos aquí el mismo rasero: la obligación de un tirador es darle a su escuadra la oportunidad de ganar, esperando que sus compañeros de novena cumplan con la suya y completen la faena. ¿Y cómo un monticulista le da a su divisa la oportunidad de vencer? Retirando a la mayor cantidad de bateadores, regalando la menor suma de bases por bolas y golpeados, ponchando a cuantos oponentes le sea posible, para evitar así que la defensiva entre en acción. Si la ofensiva pone luego las carreras para que ese serpentinero se lleve la victoria, ya es otra historia; la labor primigenia de quien sube a la loma es evitar que se le embasen y le pisen el plato, y es bajo esos parámetros que decidiremos nuestro voto.)

Los abridores con mejor efectividad en la eliminatoria fueron Alberto Bastardo (2.77), Raúl Rivero (2.91), Seth Etherton (3.04), José Sánchez (3.24), Josh Schmidt (3.58), Yoán Pino (3.65) y Heath Totten (3.68). Todos los demás estuvieron en 4.17 o más, así que los descartamos.

Descartamos también a Schmidt, porque fue el líder en boletos regalados y quien más pasaportes entregó por cada nueve innings (3,70), algo imperdonable para este trofeo.

Sacamos igualmente a Totten, aunque abrió 15 juegos y tiró 85.2 episodios, cifras tope del circuito, porque los rivales le batearon para .290 puntos y la media de los ochos equipos fue .286, es decir, menos que lo soportado por el bigotudo de las Águilas.

¿Y quienes fueron los abridores más dominantes? Bastardo, el líder en efectividad, fue segundo detrás de Schmidt en hits recibidos por cada nueve actos (7.79) y en average de los rivales (.233), así como octavo en promedio de ponches por cada nueve entradas (6.58), otra categoría que encabezó Schmidt (es una lástima el descontrol de este último; es cierto que se aprovechó de lanzar en el Luis Aparicio de Maracaibo, el estadio más hostil a los bateadores, pero su efectividad habría sido realmente interesante si no hubiera concedido tantas transferencias gratuitas).

Rivero fue segundo en efectividad, cuarto en average (.260) y hits (8,54), décimo en bases por bolas (2.91) y séptimo en ponches por cada nueve innings (6,66).

Etherton fue tercero en efectividad, hits (7,93), average (.234) y boletos (2,03), y segundo en ponches (7,93).

Sánchez fue cuarto en efectividad, sexto en average (.266), séptimo en hits (9.41), quinto en boletos (2,16) y cuarto en ponches (7,41).

Pino fue sexto en efectividad, octavo en average (.283) y hits por cada nueve entradas (10,32), segundo en transferencias (1,43) y noveno en ponches (6,35).

Entre todos ellos, sobresalen Bastardo y Etherton.

¿Y a cuántos corredores por inning pusieron en circulación nuestros candidatos? Calculemos el WHIP, para saberlo: el zurdo tuvo 1.15 y el derecho 1.11, ambos sobresalientes, aunque no necesariamente brillantes (Rivero terminó con 1.27, Sánchez con 1.28 y Pino con 1.31, por si las dudas).

Entre todos los abridores, elegimos a Bastardo.

Pero un relevista, Jean Machí, también es candidato.

Normalmente no tomaríamos en consideración a un apagafuegos, pero el desempeño de los iniciadores lo permite y su propio rendimiento fue lo suficientemente dominante como para incluirlo, aunque no llegara a los extremos de cuando Richard Garcés permitió una carrera limpia en 30.0 entradas, para 0.30 de efectividad, en la 94-95.

El cerrador turco tuvo 1.25 de efectividad en 31 salidas (casi la mitad de los encuentros de su novena) y trabajó 36.0 tramos, una cantidad notable en un calendario de 63 choques.

A Machí le batearon para .177 puntos y sus promedios por cada nueve innings en hits (5,5), ponches (6,75), boletos (1,5) y corredores en circulación (0,78) también fueron mejores que los de nuestros dos finalistas, salvo por los ponches de Etherton.

Ese WHIP de 0.78 es particularmente notable.

Algo decisivo en favor de Machí, lanzó sólo 16 innings menos que aquél a quien elegimos como el mejor abridor.

Bastardo terminó con 4-0; Machí con 2-0 y 16 rescates en 17 chances.

Esos últimos datos son anecdóticos; lo demás, es decisivo.

Votaremos por Machí, Bastardo y Etherton, en ese orden.

Publicado en El Nacional, el jueves 30 de diciembre de 2009. Ampliado y comentado para el blog.