Anaheim se convirtió en una fiesta familiar para Omar Infante, quien soñó desde niño con asistir a un Juego de Estrellas y lo hizo, feliz, rodeado de los suyos
ANAHEIM
El clan de los Infante viajó a Anaheim cargado de cámaras y videograbadoras.
Vinieron diez, incluyendo amigos, parientes y al propio utility de los Bravos de Atlanta, figura en el Juego de Estrellas de las grandes ligas.
A poca distancia del Angel Stadium está Disneylandia, uno de los parques de diversiones más grandes y famosos en el mundo. El paseo fue obligante. Pero los Infante no vinieron a pasear a Anaheim. Vinieron a aplaudir a su ahora famoso familiar.
Omar Infante reconoce que desde niño abrigaba el deseo de ser parte de un clásico así.
“Lo veía por televisión y, como cualquier muchacho, soñaba con estar ahí”, apuntó.
Por eso sonríe con sincero candor, cuando hace el recuento de la parentela que le acompañó, y no niega que aún festeja desde que le sorprendieron con la noticia de que sería el primer jugador suplente en participar en la exhibición estelar.
“Sé que con mis números es difícil aceptar que esté en el Juego de Estrellas”, admitió. “Pero es una decisión del manager y no podía decir que no. Otros tenían los números y no vinieron, pero no es mi culpa. (Charlie Manuel) quería un utility y por eso estoy aquí”.
Infante fue figura muy buscada en las festividades de mitad de campaña. No porque tenga .332 de average en 193 turnos ni porque haya ayudado a los Bravos a conseguir el primer lugar, apoyando con su capacidad para defender hasta cinco posiciones distintas.
Todos tenían la misma interrogante para él. Todos le preguntaban por la decisión de Charlie Manuel de incluirle en el roster de la Liga Nacional.
“Me dolió que hubiera personas descontentas porque yo iba a estar acá, pero mis compañeros y mi familia me convencieron de que me lo merezco”, señaló. “Es una de las mayores alegrías de mi carrera”.
Infante transmite humildad. Habla de sí mismo con una sinceridad que conmueve. Cuando le inquieren en inglés, voltea hacia sus compatriotas y pide ayuda con la mirada. No le gusta exhibirse en otro idioma.
“Nunca lo estudié ni en las menores tuve compañeros de habitación americanos”, explicó. “Lo entiendo, pero me pongo nervioso al hablarlo. Mi esposa está tomando un curso intensivo y me pasa lo que aprende”.
Es cierto. Cuando la pequeña tropa venezolana abandona al ex torpedero titular de los Tigres, éste se ve obligado a cruzar la frontera lingüística. Habla mejor de lo que dice. Juega mejor de lo que algunos piensan.
“Siempre me he considerado un buen pelotero”, aclaró. “Fui al Juego de Estrellas del Futuro y, aunque tuve un bajón en Detroit, mantuve el sueño de estar algún día aquí. Lo más difícil de mi profesión es que puedo irme de 4-4 en un juego y estar fuera del lineup en el siguiente. Yo me lo trago y sigo adelante. No me quejo. Tuve la oportunidad de jugar todos los días, y si se presenta de nuevo, la aprovecharé”.
Infante abordó una resplandeciente pickup con todos los suyos, más su amigo Martín Prado y la madre de éste, e hizo el recorrido hasta el estadio delante del público, sobre una alfombra roja y entre aplausos. Las fotos de esos instantes están en las cámaras de sus nueve allegados.
“Mi familia también se merece estar aquí”, exclamó. “Se merece a todas esas estrellas y disfrutar todo esto. Están muy contentos. Pero no pueden estar más emocionado que yo”.
El dato:Versiones de prensa sugieren que Yunel Escobar puede ser cambiado por los Bravos antes del 31 de julio, para darle las paradas cortas a Omar Infante a tiempo completo. Infante lo descarta. “Él es uno de los mejores de la Liga Nacional y está trabajando muy duro para salir del slump”, aseveró
Publicado en El Nacional, el miércoles 14 de julio de 2010.
