Analizando el cambio entre Bravos y Tiburones
Hay más de un modo de ver la transacción ocurrida el viernes. ¿Ganó Margarita, como dicen algunos aficionados, por haber adquirido a un aporreador comprobado? ¿Ganó La Guaira, como dicen algunos periodistas, por haber conseguido un abridor criollo?
¿Qué queda del cambio entre los Bravos y los Tiburones?
La transacción que ambas escuadras hicieron el viernes parece un cambalache “del librito”. Margarita necesita poder y tiene pitcheo de sobra; La Guaira requiere lanzadores y cuenta con abundancia de bateo.
¿El resultado? El pase de Maxi Ramírez a la isla y del zurdo Alberto Bastardo a la capital.
Como suele suceder, algunos aficionados protestaron. Se trata de figuras emblemáticas de cada divisa, especialmente Ramírez, quien fue Novato del Año y líder jonronero del campeonato local hace tres temporadas. El receptor e inicialista, además, tiene estatus de grandeliga y prospecto de vieja data, aunque actualmente esté en triple A y haya pasado tres veces por waivers en los últimos meses.
¿Ganaron los neoespartanos, como dicen algunos fanáticos? ¿Ganaron los litoralenses, como apunta parte de la prensa?
Digamos primero lo que una vez ya apuntáramos: los cambios se hacen a partir de necesidades y razones muy diversas, no son un partido que unos ganan y otros pierden; pero igual analicemos las consecuencias de este pacto.
Lo primero es saber de qué peloteros se trata. ¿Es el Maxi de sus primeros años con los salados o el toletero afectado por problemas en la muñeca? ¿Es el Bastardo que abrió el juego inaugural de la 2009-2010 y casi fue Pitcher del Año o el lanzador que apenas rindió en la última campaña?
La diferencia no es poca.
Ramírez fue realmente un bateador de élite en sus primeros dos torneos completos con los Tiburones, como lo atestigua su línea de producción, con .271 de average, promedio de embasado de .369 y sobre todo ese slugging de .534, lo que produjo un brillante OPS de .903 puntos.
En la 2010-2011, afectado por las molestias, mantuvo su average (.286) y su capacidad para embasarse (.381), pero su poder descendió de modo alarmante (2 jonrones en 53 juegos y un bajísimo slugging de .368). En consecuencia, su OPS estuvo por debajo de los .800 e hizo caer el total de su carrera a .857 puntos.
¿Un bajón temporal? Quizás sí. Quizás no. Porque la lesión ha hecho que su slugging en las menores también baje, con .334 en 2009 y .381 en 2010.
Los Bravos necesitan que dé extrabases, que sume cuadrangulares y ronde los .500 con su slugging. Sólo eso justificará el cambio. Así que únicamente queda monitorear la evolución del larense, pues las molestias físicas continuaron en el spring training.
Si sana, estará en capacidad de producir como los mejores, incluso restando los batazos que pueda robarle jugar como local en el estadio Nueva Esparta y no en el Universitario.
Bastardo es un pitcher intrigante. No es un prospecto, pues ya cuenta 27 años de edad y en Venezuela ha pasado por cuatro equipos, incluyendo ahora los salados. Pero es zurdo. Entre 2004 y 2008 tuvo tres buenas campañas como relevista de los Caribes, antes de pasar a los Bravos e insertar una excelente zafra 2009-2010 entre dos torneos intrascendentes.
Aquella vez que brilló con 2.77 de efectividad, 1.15 de WHIP y 2,6 ponches por cada boleto lo hizo como abridor a tiempo completo. Y en esos otros dos campeonatos para el olvido alternó 12 aperturas con 16 relevos, terminando ambas veces sobre 5.00 de efectividad. La estabilidad en un único rol parece ser la clave.
Sus números en las menores no son cautivadores, con 4.57 y un WHIP de 1.45 en 7 campañas. Pero hay luces semiocultas: sus 8,6 ponches por cada 9 innings en el norte, sus 2,49 guillotinados por cada base por bolas y el haber jugado casi toda su vida en circuitos de bateadores, lo que infla sus números: las ligas de California, en clase A, y de la Costa del Pacífico, en triple A.
Su organización allá, los Dodgers, tiene convenio de trabajo con los escualos y es previsible que acordarán un marco de trabajo en el que Bastardo será abridor a tiempo completo.
Si así ocurre y se une a Henderson Álvarez en la rotación, y si Maxi está sano, ambos ganarán. Pero como se ve, aún quedan muchas cosas por averiguar.
Publicado en El Nacional, el domingo 10 de abril de 2011.
tiburones gana en este cambio siempre y cuando bastardo juegue. el solo hecho de tener a un pitcher abridor criollo y zurdo ya es ganancia. si recordamos para mediados de diciembre, la guaira no tenia ni un solo pitcher abridor, ni criollo ni importado. tenían que abrir los relevistas, en un ultimo llamado de desespero tuvieron que subir a victor zambrano de la paralela lo cual fue un desastre por que no paso del 1er inning en un solo juego. La guaira tuvo a maximiliano 3 años, el equipo no pudo hacer nada igual con todos sus 30 jonrones. ahora tienen a un pitcher zurdo abridor criollo que ayudara a esa rotación mermada por las incompetencias de personas en la gerencia del club que de negocio de jabón de hotel sabrán mucho pero que de béisbol le sale serrucho.!