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El matrimonio roto de Oswaldo Guillén

Ocurrió
hace exactamente un año. 
Oswaldo Guillén estaba sentado en su oficina del US
Cellular Field, por última vez. Era casi la medianoche en Chicago y el otrora
ganador del Guante de Oro hablaba sin parar, a medio vestir.

Todavía llevaba puesta
la camisa de los Medias Blancas, que desde entonces no ha vuelto a usar.

En el sofá
negro, donde tantas veces se tendió a descansar su coach de banca y amigo Joey Cora,
estaban sentados uno de sus hijos y Antonio José Herrera, el vicepresidente de
los Tiburones, aún maravillado por el hecho de que Guillén se hubiera puesto la
gorra de los escualos al ir, una hora y media atrás, a la rueda de prensa donde
explicó las razones de su renuncia a la dirección de los patiblancos.

Sentados
en una de las sillas, escuchábamos el relato y los detalles de una historia que
terminaba mal, luego de siete años y ocho temporadas de altos, bajos e
inolvidables episodios.

Y mientras conversábamos, terminado el vaporón de la
despedida, otro de los hijos del mirandino entraba y salía de la oficina, muy
atento al teléfono celular que sostenía entre sus manos.  “Aquí está el tipo
otra vez, ya está en el aeropuerto, ¿qué le digo?”, preguntó de pronto.

El tipo
era el enviado de los Marlins, que había viajado desde Miami para recoger a
Guillén.

Mientras se desmoronaba su posición en la organización a la que condujo
al título de la Serie Mundial en 2005, otro equipo hacía lo posible por
asegurarse la adquisición de este estratega exitoso, este enfant terrible del beisbol, especie de genio que a veces convierte
en oro lo que toca y a veces lo convierte en ruido.

Aquel frío día de
septiembre, a varios miles de kilómetros de Florida, comenzó la historia de Guillén
como piloto de los Marlins.

Era el
matrimonio perfecto. Una novena sin timonel, a punto de mudarse a un nuevo
estadio, un lujoso parque enclavado en medio de una comunidad latinoamericana,
en el estado más hispano y en la ciudad donde más se habla castellano en
Estados Unidos; con mucho dinero para invertir, incluso 10 millones de dólares
en un nuevo dirigente, Guillén, dominante y ganador, todavía con récord
positivo en su hoja de servicios, a pesar de un 2011 para el olvido.



Una
personalidad aparentemente perfecta para insuflar de ánimo la joven cueva de
los Marlins y cautivar a la afición, vender tickets y conducir a la divisa hacia
la postemporada.



¿Qué sucedió? ¿Cómo, de pronto, el matrimonio perfecto se ha
convertido en esta relación casi gastada y tensa, en la que tantos ponen en
duda la continuidad del venezolano al frente del club que le contrató hasta
2015?
“No sería
justo que me despidiesen, después de sólo haberme dado un chance”, soltó
Guillén ante su compatriota Luis Enrique Rangel. Tanto merece una nueva
oportunidad como tienen el derecho sus jefes de tomar una decisión en beneficio
del futuro de la institución, sea mantener o despedir a su manager.



Jeffrey
Loria, el díscolo propietario de los Marlins, suele preferir eso último. Los
medios de comunicación estadounidenses piden la cabeza del estratega o
concluyen que su destino es salir de donde hace un año llegó con fanfarria. 
“Cuando
te van a botar, es como cuando tu mujer está con otro: lo saben todos en el
barrio, menos tú”.

Guillén no podía impedir la sequía ofensiva de Hanley
Ramírez, las lesiones de Giancarlo Stanton, el bajón de Josh Johnson, el slump
inicial de José Reyes; no podía hacer que Logan Morrison bateara o que Heath
Bell y Carlos Zambrano tiraran strikes.

Pero así es el beisbol profesional. Cuando
el matrimonio pierde su magia, maletean al piloto y no a quienes torpedearon la
relación.


Publicado en El Nacional, el domingo 30 de septiembre de 2012.
Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

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