El Emergente. La violencia en nuestros estadios

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Lo sucedido en Puerto La Cruz, el lunes, no es un problema del baloncesto venezolano, solamente. El deporte profesional todo debe tomar medidas, ya

No son unos
cuantos. Son muchos.

Cada vez
que ocurre un episodio lamentable, como el del lunes, en Puerto La Cruz, se
escucha el consuelo de analistas y aficionados.
La
expresión ya es una coartada. Los salvajes que tornan en infierno nuestras
gradas y tribunas no son unos cuantos. Son muchos.
No son
mayoría, porque, si lo fueran, ya habría muerto alguien y habrían destruido más
de un escenario, aunque en el caso del fútbol eso ha ocurrido, parcialmente, en
varias ciudades.
Son muchos y
viven en todos los estratos de nuestra sociedad. Los hay quienes llegan al
parque o al gimnasio en metro o en porpuestos y los hay quienes llegan en
camionetas de último modelo.
Algunos se
quitan la corbata antes de cruzar por la puerta del estadio, llegan de la mano
de sus novias o dan un beso de buenas noches a sus hijos, cuando no están poseídos
por aquella pasión oscura que terminó con la final del baloncesto venezolano y
que ha campeado también en el balompié y en el beisbol.
El
desadaptado que arrojó una silla al tabloncillo, la semana pasada, estaba
sentado en el sector VIP, el más caro. Allí se escancia el escocés,
profusamente. Quizás estaba beodo, sí, pero ¿es eso una excusa?

¿Debemos
aceptar como normal que una borrachera saque afuera lo peor de cada quien, al punto
de poner en riesgo la integridad física y hasta la vida de atletas, entrenadores,
comunicadores sociales y espectadores, incluyendo mujeres y niños?
El deporte
profesional venezolano todo debe tomar lo sucedido en el Luis Ramos como un
último llamado de atención.
Harán bien
el ministerio del Deporte y el IND en exigir un cambio radical en el modo en
que se han encarado estas situaciones. No son unos pocos desadaptados y son
demasiados episodios así.
El beisbol
ha tomado medidas, es verdad, y lo ocurrido en los diamantes últimamente no llega
a los extremos de la lluvia de vidrios portocruzana, las agresiones en el
Naciones Unidas o los desafueros en el Olímpico, el Misael Delgado o Pueblo
Nuevo. Eso enseña un camino.
Para entrar
al Universitario, por ejemplo, hay que pasar por un detector de metales, no
está permitido ingresar botellas, el personal de seguridad privada es mucho más
numeroso.
Pero aún
puede hacerse más. Mucho más.
El que saca
un trozo de hielo de ese vaso que minutos antes campaneaba, para arrojarlo hacia
abajo con furia, es capaz de volver a hacerlo porque no hay modo de impedirle
el regreso a nuestros escenarios. Algunos a veces terminan fuera, pero son dejados
en libertad sin más.
Es hora de
aprender de Europa, donde se combatió a los hooligans
como lo que realmente son: vándalos, potenciales delincuentes, algunos
desempleados y otros con dinero suficiente para viajar de país en país,
buscando pelea.
En Wimbledon,
como en Wembley y otros templos deportivos, son comunes las fotografías de los salvajes
en cada puerta, para impedirles ser parte de la fiesta.
Hay que
obligar al uso de cámaras de seguridad en los graderíos. Hay que identificar a los
agresores y prohibirles su vuelta, para acabar con la reincidencia.
Bien haría
el ministerio obligando al uso de captahuellas en los torniquetes, para que el
infractor no pueda volver a entrar, ni siquiera disfrazado. Y la LVBP, como la
FVF y la LPB, tienen que empezar, de una vez por todas, una campaña que siembre
valores en la afición.
Es verdad, la
formación comienza en la familia y se refuerza en la escuela. Pero nuestras
ligas pueden y deben contribuir a construir el país amable y generoso que
soñamos todos.
Porque no
son unos pocos. Cuando todos lo tengamos claro, será más fácil lograr que el
triste epílogo de Puerto La Cruz se repita jamás.
Publicado en El Nacional, el jueves 18 de julio de 2013.
Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

2 COMENTARIOS

  1. Se debe crear una policía especial para los estadios y como tu dijiste aplicar mecanismos de seguridad como en Europa….para alejar este tipo de comportamientos tan deplorables de nuestros estadios.

  2. En el universitario no se permiten las botellas. De vidrios pero cuando dan un batazo a la zona de seguridad le lanzan botella de plásticos a los jugadores!! Esa cultura hay que cambiarla eso en el beisbol en el basquet la violencia mas se vive caracas puerto la cruz y maracaibo pero igual tienen que tomar medidas drásticas unos 5 juegos sin asistencias de públicos vuelven a reincidir unos 10 juegos hay que poner mano dura

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