Este 22 de octubre se cumplen 80 años de la segunda y definitiva victoria de la Selección Nacional de Venezuela sobre el favorito Cuba en La Habana, que decretó la conquista del campeonato mundial para el país y el nacimiento de una leyenda: la de los Héroes del 41.
Aquella faena decretó el favoritismo de la pelota en el corazón de los venezolanos.
Ya no nos quedan sobrevivientes de aquel histórico equipo. El último en dejarnos fue Enrique «Conejo» Fonseca. Pero lo que él y sus compañeros hicieron se convirtió en testimonio perenne del fenomenal recorrido coronado en un juego extra en la capital antillana.
Venezuela nunca antes había conquistado un título universal. Por eso, los vencedores de aquella Serie Mundial de beisbol amateur fueron recibidos por la gente de manera tumultuosa y multitudinaria en La Guaira, cuando regresaron de Cuba. Y por eso dejaron prendido en el ánimo de la gente, del pueblo todo, sin distinción, la devoción por el deporte del diamante.
A partir de ese 22 de octubre, el beisbol se convirtió en el deporte rey en Venezuela.
Hace 80 años la nación entera se paralizó para escuchar a través de la radio cómo el «Chino» Daniel Canónico tiraba su quinto juego completo de la serie y derrotaba a la futura leyenda antillana Conrado Marrero. No olvidemos nunca la hazaña de aquellos grandes.
EL ROSTER
Estos fueron, y siguien siendo los Héroes del 41:
Catchers: Enrique «Conejo» Fonseca y Guillermo Vento.
Pitchers: Juan Francisco «Gatico» Hernández, Domingo Barboza, Ramón «Dumbo» Fernández, Felipe Gómez, Benjamín Chirinos, Daniel «Chino» Canónico y Pedro «Buzo» Nelson.
Infielders: Luis Romero Petit, José Antonio Casanova, Dalmiro Finol, José Pérez Colmenares y Atilano Malpica.
Outfielders: Jesús «Chucho» Ramos, Héctor Benítez «Redondo», Julio Bracho (que también era lanzador) y Francisco «Tarzán» Contreras.
Manager: «El Pollo» Manuel Malpica.
Coach: Joseíto Rodríguez.
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Romance del campeonato
Por Andrés Eloy Blanco
Con matrimonio canónico
en La Habana se han casado
la bandera de Juan Bimba
y el pendón del campeonato.
Liborio, que fue el padrino,
llevó la novia del brazo;
de un lado, Narciso López,
Maceo del otro lado
y la sombra de Martí
con las arras en las manos;
junto a la estrella de Cuba,
siete estrellas caminaron,
lanzaban «estráis» de espuma
las olas de Marianao;
La Habana «bateaba» rumbas,
Caracas «hiteaba» cantos
y cruzaban «fláis» azules
Santa Clara y Maracaibo
vienen Bimbas y Liborios
rematando el festival;
tiran las gorras al «vento»
sacuden el «limonar»
hasta que se caen los «ramos»
por la fuerza de «Tarzán»;
va corriendo ratón «Pérez»,
pues lleva un «gatico» atrás;
mientras se chupa un «mosquito»
la nariz de magriñá,
un «pollo» pica y repica
y no acaba de picar
y cuando «El Pollo» Malpica
se siente el Catire «Maal»
mientras va el polo picando
granitos de «petit puá».
¡»Conrado» se ve «Chirinos»,
«Fernández» que orondo va,
cómo se siente «Fonseca»
«goajiro» del goarijal!
Mesándose la «Barboza»
«Bracho» se pone a gritar,
porque con tanto bullicio
las gentes van a tumbar la mesa,
la «Casa-nova» la caña y el «limonar»;
y al fin, vibrando en «redondo»,
que es lo «Finol» del final
se mete por Varadero
la balandra fraternal,
suelta un «buzo» que va al fondo
y surge para ofrendardos perlas de igual oriente,
dos perlas de brillo igual,
una a Liborio supremo,
otra a Juan Bimba inmortal.
Con Santa Clara y con Cuba Libre
termina el ceremonial,
hay un gran adiós azul
,porque empiezan a agitar
Caracas su azul de cielo,
La Habana su azul de mar
;se tienden puentes de vivas
litoral y litoraly en la embriaguez de la justa
se saludan sin cesar,
Juan Bimba, vuelto «natilla»
y Liborio agar-agar.
Y así terminó la boda
nombrando la Catedral
nada menos que a un chinito,
Canónigo Magistral.
Por Ignacio Serrano