Emil Jiménez: «Un umpire debe probarse por más tiempo que un pelotero»

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Por Ignacio Serrano

El falconiano Emil Jiménez esperó durante más de una década por esa llamada que le sorprendió en pleno avión, cuando viajaba hacia un nuevo destino en Triple A. En 2012 dio sus primeros pasos en el arbitraje venezoano y desde entonces soñaba con las Grandes Ligas.

Jiménez y su hermano Edwin, también umpire, graduado en la MLB unos días después de él, son tan bigleaguers como el campocorto Maikel García o el receptor Freddy Fermín, recién subidos a las Mayores por los Reales de Kansas City. Pero el camino de un oficial suele ser más largo y más lento que el de los peloteros.

Para fortuna de estos nuevos grandeligas, también se «escautea» a los árbitros. Y a Emil le tenían puesto el ojo desde que fue subido el año pasado a Triple A. Desde entonces sí que todo avanzó rápido. Convenció a sus supervisores con su consistencia. Fue llevado a la Arizona Fall League, el circuito otoñal de prospectos. Asistió a su primer Spring Training en 2023. Y desde abril es un rover, uno de los jueces que son llamados desde las granjas para cubrir vacantes temporales en el Big Show.

Lleva el número 82 en el uniforme. Y eso es un verdadero privilegio. Solo siete umpires venezolanos han conseguido número en la Gran Carpa.

-¿Cómo recibió la noticia de que iba a arbitrar en las Grandes Ligas?

«Fue impactante. Yo estaba en Las Vegas. Volaba a Memphis, con parada en Denver. Cuando estoy abordando nuevamente, literalmente caminando dentro del avión para sentarme, a dos filas de mi puesto recibo la llamaba. Al ver el número, me dije: ‘Voy a las Grandes Ligas’. Era mi supervisor. Y me dice: ‘¿Ya abordaste tu vuelo para Memphis?’ Le respondo que sí, que estoy a punto de salir en unos 10 minutos. Él me pregunta: ‘¿Y será que quieres trabajar algún juego en Grandes Ligas?’. Y yo, por supuesto que sí. ‘Pues bienvenido a las Mayores’, me dijo. La llamada fue el lunes. Debía trabajar el martes en Chicago. Tuve que agendar un vuelo de Memphis a Chicago y llamar a mi jefe de grupo, todo en tres minutos. Mi jefe me asignó a uno de los integrantes de la cuarteta, que se iba a encargar de mi transporte del aeropuerto al hotel, de mi alojamiento. Todo en tres minutos, porque el avión iba a despegar. Después de eso, le avisé a mi esposa, a mi hermano Edwin, a amigos bien cercanos, a mi papá y mi mamá, a mis hermanos. Cuando el avión despegó, fue el vuelo más feliz de mi vida. Viajé con una sonrisa de oreja a oreja».

-¿Qué le pasó por la cabeza en ese momento? ¿Qué vivencias, qué sacrificios revivió?

«Siempre aprovecho los vuelos para descansar. En este no pude dormir nada. Pasé todo el tiempo pensando. Los recuerdos venían a la mente, desde que empecé hasta este momento. ‘Voy a trabajar en el nivel que soñé desde mis inicios’, me decía. Fue una emoción y una alegría indescriptibles. También fue un día súper largo, viajando por cuatro aeropuertos desde las 3 de la mañana hasta que llegué a Chicago a las 7 de la noche. Pero el cansancio no pudo opacar la emoción».

-Entonces llegó al estadio, salió al terreno y arbitró en la MLB ¿Fue tal como lo había soñado?

«La experiencia fue única. No se compara con ninguna de las experiencias positivas que he vivido dentro del beisbol en mi carrera profesional. El recuerdo más grato que me queda es visualizarme entrando a un locker room en Grandes Ligas. Y cuando llegué al estadio fueron sentimientos encontrados. Mucha alegría, mucha emoción, el corazón latiendo a millón. El recuerdo más grato que me queda es que el grupo con el que trabajé me hizo sentir como uno de ellos. Nunca me sentí fuera de lugar. Eso abonó el camino para sentirme tranquilo y relajado, totalmente controlado. Te quita un peso de encima trabajar con personas que te hacen sentir parte de ellos, que te dan la confianza de trabajar, al decirte: ‘Sal a hacer lo que sabes hacer, que vamos a apoyarte en lo que necesites’. Fueron juegos increíbles. El grupo fue súper espectacular y buena gente. Me quedo con toda la experiencia vivida con ellos, tanto dentro como fuera del terreno».

UN DATO. Ya son siete los árbitros venezolanos con número y sitio en el roster del Big Show. Tres ya están fijos arriba: Manuel González (79), Carlos Torres (37) y Edwin Moscoso (32). Los otros cuatro esperan porque se abra definitivamente ese cupo que les permita establecerse arriba de manera permanente. Son David Arrieta (100), José Navas (110), Emil Jiménez (82) y Edwin Jiménez (75). Todos han pasado por la LVBP en su camino a la Gran Carpa.

SUBIR Y BAJAR

A los dos Jiménez les ha tocado subir, bajar y volver a subir desde que en abril recibieron el primer llamado.

A Emil le favoreció el mal clima en Chicago, para concretar su debut. Fue necesario reprogramar el juego de un lunes para componer una doble cartelera al día siguiente. En esos casos, la MLB llama a un oficial de Triple A, a fin de que los dos umpires que trabajen el home al día siguiente únicamente hagan un juego cada uno. Por eso, en su fecha de estreno, el falconiano sumó dos compromisos.

También ha tenido la oportunidad de trabajar en el home. La última vez, el jueves 4 de mayo.

-¿Qué sigue ahora?

«Lo que sigue es que durante la temporada me pueden dar más responsabilidad. Dos, tres juegos en una misma serie, hacer la rotación en las bases. Que te vayan conociendo. Es un proceso que se da con cuidado, para que los equipos te vayan viendo en tu ingreso a las Grandes Ligas. Y con base en tu trabajo y lo que vayas haciendo, se van abriendo más oportunidades de trabajar. Todo depende, por supuesto, de las ausencias de los árbitros del staff, que alguien no pueda trabajar por asuntos de salud, por permiso o por vacaciones. Yo seguiré en Triple A, hasta que se abran vacantes. Poco a poco, es un proceso de ir adhiriendo a esa persona nueva al staff de Grandes Ligas».

-¿Cómo lleva ese proceso? Porque un umpire también debe cumplir con un proceso de desarrollo, al igual que un pelotero, pero con menos cupos disponibles arriba…

«Sí, el proceso de seguimiento y establecimiento de un pelotero es un poco más llevadero que el de un árbitro, respetando el empeño que cada quien pone en su trabajo. Un árbitro debe probarse, debe trabajar más tiempo para adaptarse al nivel y a cada grupo con el que trabaje en las Grandes Ligas. No basta una buena temporada para establecerse. He conocido árbitros que me precedieron, a quienes les tomó mucho más tiempo del que me tomó a mí para ser un rover, que debieron esperar por cinco, seis o siete años a que alguien se retirara, sin espacio en el staff. Los supervisores pueden quererte en el staff, pero si no hay la vacante, tienes que mantenerte como rover hasta que se abra una. Y permanecer como rover depende de que sigas haciendo tu trabajo, que salgas bien en las evaluaciones, para mantenerte en esta lista esperando ese cupo».

¿Cuáles son sus proximas metas?

«Mi próxima meta es tratar que en los siguientes trabajos las evaluaciones sean cada vez mejores. Tratar de hilvanar una racha positiva que me permita ser visto nuevamente. Que me sigan apoyando y dando más juegos, tratando de tener la mayor cantidad de oportunidades este año en las Grandes Ligas y tratar que 2024 sea tan fructífero como este 2023».

-¿Qué lleva con usted de aquellos árbitros que le antecedieron?

«Cuando empecé en el Venezuelan Umpire Camp, en 2012, fui instruido por uno de los árbitros más grandes que ha dado Venezuela: Henry León. En ese cuerpo de instructores también estaban Jorge Terán, David Arrieta, Miguel Hernández, que fungía como director de la academia y formaba parte del proceso de enseñanza. Los años 2012 y 2013 fueron muy buenos. Pude compartir con Manuel González. No pude trabajar con él en Venezuela, porque ya él estaba en las Grandes Ligas, pero lo conocí y me instruyó. Trabajé con Carlos Torres en la LVBP y fueron años de mucha enseñanza. Terán, Jairo Martínez, Edward Pacheco, Luis Gonzalez, con quienes compartí desde mis inicios. Y compañeros de grupo, como Carlos Leal, Jonathan Biarreta, Gabriel Alfonzo, que tuvieron la oportunidad de venir también acá a Estados Unidos. Este año ingresó al sistema de Ligas Menores un muchacho de Valencia, Rafael Pineda. Kenny García, Juan Gómez, Cliburn Rondón, Rainiero Valero, Gabriel Alfonzo, Raúl Moreno, Biarreta, Jonathan Parra, José Navas, David Arrieta, mi hermano Edwin… Todos han formado parte importante de mi carrera, Tanto los que hacen vida en Venezuela como aquí, en Estados Unidos. De todos he aprendido y seguiré aprendiendo. Esta familia del arbitraje está basada en la humildad. Lógicamente, admiraba a Manuel porque ya estaba en las Grandes Ligas y luego a Carlos. Y después llegaron Moscoso, y Navas, y Arrieta. Sentirme parte de ese selecto grupo de venezolanos que ha logrado debutar en las Grandes Ligas es un honor. Sigo aprendiendo todos los días. Quiera Dios que esta sea una arga carrera».

-¿Qué ha cambiado en usted en estos años? ¿Y en qué sigue siendo el joven que empezó la carrera arbitral?

«El Emil que empezó hace casi 10 años en la Liga Paralela y luego en la Venezuelan Summer League, el que debutó en la 2013-2014 en la LVBP, era un muchacho que ansiaba comerse el mundo, que quería llegar a las Grandes Ligas como fuese. Tomé todos los pasos, con virtudes, aciertos y errores que forman parte del proceso. Con madurez, dentro y fuera del terreno. Es un honor para mí poder decir que me gradué de árbitro en el mejor beisbol del mundo y que cumplí una de las metas que me establecí en mi primer curso de arbitraje que tomé en 2010, de la mano de Miguel Hernández. Todavía no había nacido la escuela de árbitros en Venezuela. Pero tengo muchas metas todavia. Este es el primer paso de muchos que me toca dar en las Grandes Ligas, con el apoyo de mi familia, mis amigos y todos los que están en el medio. Y el mensaje a los jóvenes árbitros que se forman en Venezuela: no hay otra cosa más que la constancia, dedicación, perseverancia. Si tienes solamente el talento y no logras plasmarlo en esfuerzo, el talento no te va a servir de nada. Debes pasar cosas, noches de no dormir bien, horas fuera de casa, horas de manejar, juegos no tan buenos –que nos pasan, porque somos humanos, y tienes que convencerte de que manaña es otro día, que hay otro juego y tienes que pararte para demostrar de qué estás hecho–. La constancia, la perseverancia te va a permitir seguir adelante, con la convicción de que estás en un proceso que el día de mañana dará los frutos: llegar al mejor beisbol del mundo».

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UN DATO. Emil y Edwin Jiménez escribieron su propia página en el libro de récords del beisbol venezolanos hace semanas. Son hermanos y fueron llamados a las Grandes Ligas con pocos días de diferencia. Ya ambos arbitraron en el home. El primero lo hizo el 23 de abril, el segundo el 26. Desde entonces, han vuelto a subir a la MLB al ocurrir una necesidad arriba.

(Ignacio Serrano)

Foto: captura de MLB Network

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Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

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