EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano
Dos cambios en cinco días. Los Leones se ratificaron como el equipo más activo en la LVBP desde mediados de septiembre. Nos toca ahora echarle un vistazo a ambas negociaciones con los Tigres y Tiburones, para tratar de precisar qué ha ganado y qué ha perdido cada uno de los equipos.
Comencemos por el Caracas. Recibieron al joven Ricardo Cova y al grandeliga Yonathan Daza, cediendo a Aragua al ya veterano Alexander Palma y enviando a La Guaira al relevista y ex grandeliga Anthony Castro.
Se trata de dos canjes con distinto impacto para los melenudos. Uno apunta directamente al presente. El otro mira al futuro. Por eso, porque al menos no sabremos de Cova durante un período importante, el corto plazo es casi un dos por uno para los capitalinos. A la espera de ver qué ocurre con el recluta, en terminos del roster actual ceden dos jugadores importantes para sumar uno solo.
Pero sería injusto ver únicamente desde esa óptica los dos movimientos de los Leones. Por eso es preferible revisar cada transacción, a fin de sacarle punta a cada una.
Palma era un favorito de la afición caraquista desde que ganó el Novato de Año en sus inicios en la LVBP. Hasta la campaña 2022-2023 fue un pelotero de todos los días con los metropolitanos. Pero únicamente fue a batear 23 veces en este torneo, al reducírsele los espacios en el outfield y la inicial.
El Caracas se trajo a Bobby Bradley y tenía a José Rondón y Oswaldo Arcia para los jardines. El vigoroso inicio de Aldrem Corredor convitió a éste en titular. Y la llegada del prospecto Alexfri Plánez achicó todavía más los espacios, sobre todo porque el dominicano Isaías Tejeda era parte de la ecuación como inicialista o designado.
Ya ese panorama le costó el trabajo a Teodoro Martínez, que buscaba quedarse como invitado en la pretemporada. Y entonces el bigleaguer Harold Castro anunció una fecha tempranera de llegada, para completar el panorama.
Palma no iba a jugar. Porque, para colmo, comenzó lento a la ofensiva. Cederlo a otra divisa era también una forma de agradecerle por los buenos tiempos, suponiendo que aquella otra novena necesitaría darle acción a diario. Solo quedaría evaluar si entregarlo representará perder mucho a partir de la 2024-2025.
Y ese es un aspecto con el que los Leones podían jugar. El nativo de Guarenas tiene 28 años de edad. Varios compañeros de generación o miembros más jóvenes vienen apurando en el roster. Ya no milita en el sistema MLB, sino en la Liga Mayor. Y aunque otros protagonistas del circuito de verano han podido rendir en la LVBP –como, por ejemplo, Wilfredo Tovar–, los peloteros de mayor peso y corpuencia suelen declinar más pronto que los jugadores delgados y ágiles.
Así que salir de Palma no debía resultar una sorpresa. Mucho más, si una escuadra urgida por bateo estaba dispuesta a entregar a un joven como Cova, que ha caminado muy poco en el beisbol profesional, pero con numeritos que entusiasman. Si continúa desarrollando su bateo, y con el valor muliposicional que posee, a la vuelta de tres o cuatro años comenzará a darse a conocer en el estadio Monumental.
¿Y el caso de Castro no es diferente? Primero, es pitcher en una liga donde el pitcheo vale oro en polvo. Segundo, fue grandeliga hace tan poco tiempo como en 2022. Tercero, a sus 28 años de edad parece tener todavía camino por delante, tratándose de su posición. Y cuarto, es el Cerrador del Año del más reciente campeonato.
Acá cabe aquella vieja máxima del beisbol profesional, según la cual para adquirir talento importante hay que entregar talento importante.
Hombre a hombre, el relevista es comparable al grandeliga Yonathan Daza y habrá quien piense que su valor actual es menor, siendo que el segundo estuvo esta misma temporada en la MLB y el primero no. Pero no olvidemos que los Tiburones supuestamente pedían tres monticulistas, no uno solo, según informó un alto ejecutivo del Caracas a El Emergente. En ese sentido, los melenudos parecen haber comprado a un precio relativamente justo. Y además cuentan con múltiples opciones en el bullpen. Sin su aporte, ocupan el primer lugar de este campeonato.
El recién llegado será parte de la misma sobrepoblación que facilitó la salida de Palma, es verdad. Pero la pieza que llega es un centerfielder natural, de la misma edad que quien se marchó, pero con mayor vigencia, dado su estatus en las Grandes Ligas. No parece mal negocio añadir a alguien de estas características y dejar luego en manos del manager resolver qué hacer en esta y las siguientes justas.
La Guaira asume un riesgo al tomar a Castro. No está en un momento óptimo, ciertamente, aunque desde acá le enviamos nuestros mejores deseos, por un regreso al tope y su vuelta al Big Show. El caso es que se perdió prácticamente todo 2023 por una lesión que le llevó al quirófano. Llegó a la LVBP tras lanzar un tercio de inning en Triple A y no pudo lograr su condición de hace 12 meses mientras estuvo con los Leones.
Es de suponer que la nueva gerencia de los escualos revisó los informes médicos del apagafuegos. De no haber sido así, el riesgo sería mayor, pero lo normal a ese nivel de la toma de decisiciones es que hayan sido previsivos, dados los antecedentes.
Castro tiene una asignación personal que seguramente querrá cumplir, por sí mismo y para demostrarle al Caracas que se equivocaron con él. Los litoralenses necesitan que eso sea así para compensar la pérdida, aunque es difícil soslayar el enorme elefante en medio de la sala: Daza no parecía emocionado con llevar la camiseta de los Tiburones.
Tres cosas podrían probar eso último: ciertas declaraciones del outfielder, su ausencia de la cueva derecha del Universitario desde 2018 y que menos de 24 horas después del cambio ya entrara al clubhouse caraquista en el Monumental.
Visto así, parecía mejor para la causa guairista tener a un monticulista listo que a un jardinero en la lista de Excel. Toca cruzar los dedos porque ese monticulista goce de completa salud y pueda ayudar, porque el momento desesperado del pitcheo salado obviamente obligó a bajar algunas aspiraciones en la negociación.
Eso último puede haber pasado con los Tigres, en cuanto a que Cova es un bate muy apreciable. Los rayados desesperaban por sumar ofensiva, Palma probablemente era la mejor baza disponible en la LVBP y los Leones no iban a recibir cualquier cosa por él.
Hay que resaltar este detalle importante: en ambas transacciones, los capitalinos parecen haber tenido el mayor poder de negociación. No tenían por qué apurarse ni sentían urgencia para cerrar ninguno de los cambios.
Pero volvamos a Cova. El joven acaba de batear para .330/.425/.440 en categoría Rookie con los Marineros. A largo plazo, este podría ser un gran cambio para el Caracas. Pero no olvidemos que Rookie es apenas la segunda etapa de la escalera del desarrollo. Al patrullero e infielder le falta batear en Clase A baja, Clase A alta, Doble A y Triple A, antes de llegar a la Gran Carpa. La mayoría de los talentos se pierden en ese difícil cedazo que son las Menores. Así que, ¿quién sabe? Es una apuesta en la que solo el tiempo dará respuesta.
Aragua, en ese sentido, hizo bien al entregar un gran talento que todavía está sin desarrollar. Porque el valor concreto de un pelotero así es inferior al de, digamos, un jugador con esos números en las categorías superiores. Palma puede convertirse en un bate de fuerza para los próximos tres o cuatro años, según trabaje sus condiciones y mantenga su disciplina. Y si eso sucede, lo cual no es descabellado, todas las partes habrán ganado. Veremos. Porque eso, a fin de cuentas, es lo que todos buscan en un cambio.
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(Ignacio Serrano)
Fotos: Prensa Leones del Caracas
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