Whitey Herzog revolucionó el mundo del beisbol. En 1980 llegó a San Luis para hacer de los Cardenales un equipo ganador. Con su ingenio lo hizo posible. Su filosofía era pitcheo, fildeo y velocidad. «Sin estas tres cosas no puedes ganar», afirmada.
«Whitey», le dijo August A. Busch Jr, dueño de los Cardenales de San Luis, mientras los hombres hablaban mientras tomaban un par de cervezas. «Consígueme un campeonato más».
Whitey Herzog, también apodado «Rata Blanca», aceptó el reto y comenzó su misión. Era gerente general y manager al mismo tiempo. Algo impensable en el beisbol moderno. Y así armó un equipo a su imagen y semejanza. Busch lo apoyaba en todo y esperaba resultados, los cuales llegaron.
RÁPIDA TRANSFORMACIÓN
En el lapso de 12 meses a partir de diciembre de 1980, ejecutó ocho transacciones que involucraron a 31 jugadores, envió veteranos y adquirió miembros del Salón de la Fama, y adaptó su roster para jugar en la grama artificial del espacioso Busch Stadium.
Había comenzado la era de la «Whitey Ball», cuenta Rustin Dod de The Athletics. “¿Qué es Whiteyball?” preguntó Herzog en 1987.
«Ni siquiera sé qué es Whiteyball o Billyball. ¿Cuál es la diferencia? Es sólo béisbol», comentaba entonces el manager. Entre los peloteros que llevó a San Luis para hacerlos campeones en 1982 estuvieron Ozzie Smith, Lonnie Smith y Willie McGee y con esos peloteros fue campeón mundial.
También fue manager de los Reales de Kansas City y mentor de George Brett. Miembro del Salón de la Fama desde 2010. Un estratega con un estilo único. «Si lanzas lo suficientemente bien y juegas a la defensiva de manera consistentemente día tras día puedes ganar hasta en la luna», era su filosofía.
Paz a su alma.
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«Si alguna vez yo fuera manager, intentaría hacer las cosas que hizo Whitey», dijo George Brett a Sports Illustrated en 1982. «Le daba confianza a los jugadores, pero no tenía miedo de enfrentarlos. Él jugaría hasta cartas contigo».
Foto: Baseball Hall of Fame