El emergente

El trato a la prensa en la LVBP

Los últimos sucesos en Maracaibo y Caracas vuelven a reflejar la a veces tensa relación entre los equipos que integran la liga y los medios de comunicación, en el afan de estos de hacer su trabajo como intermediarios de la afición

Los medios de comunicación somos los intermediarios entre ustedes, aficionados al beisbol, y los peloteros, técnicos y directivos de los equipos.

Sólo por eso, porque son una parte envuelta en el problema, de vez en cuando les involucramos en el asunto que trataremos en la columna de hoy, motivada por los últimos sucesos ocurridos esta semana entre los clubes —o sus miembros— y la prensa de Maracaibo y Caracas.

Los colegas zulianos se sorprendieron hace tres días, al recibir la noticia de que no podrían acceder al terreno. Tampoco podrían pasar a los clubhouses, donde hasta ahora realizaban sus entrevistas y llevaban a cabo su trabajo, antes y después de los partidos.

Poco después, los periodistas que cubrimos el circuito recibimos una nota de prensa de las Águilas, explicando las nuevas reglas: un horario más estrecho para entrar al campo y la imposibilidad de cruzar la puerta no del clubhouse, sino, peor aún, del dugout.

Casi en paralelo, el nuevo manager de los Tiburones, Phil Regan, señalaba que él no realizaría el ya acostumbrado contacto con los medios que todos los managers de todos los equipos tienen con quienes cubrimos beisbol en el Universitario, una indicación que Regan reiteró el sábado.

Situaciones como estas, y especialmente lo ocurrido en el estadio Luis Aparicio “El grande”, son cada vez más frecuentes.

Las escuadras cuentan con personal de seguridad que a menudo emplea las palabras y el tono incorrectos para comunicar los constantes recortes a la libertad de los reporteros en cada parque.

Tan grave como esto son las limitaciones al tiempo y al lugar donde poder acceder a los protagonistas del espectáculo. En ocasiones, informar es una faena comparable a las tareas de Hércules.

Nuestros parques son vetustos e incómodos. Hay motivos para considerar exagerada una comparación con las grandes ligas, donde las normas para que los medios cumplan su tarea son tan rigurosas como sensatas: en determinados horarios y condiciones, todos podemos entrar a los dugouts y clubhouses e interpelar a quien deseemos, con la única limitante de que depende del personaje en cuestión dar o no la entrevista solicitada.

¿Y por qué debería importar esto a los equipos y a la fanaticada?

Es más obvio lo segundo: los aficionados requieren cada vez de más información, detallada e inmediata, y ésta fluye si los medios tenemos acceso a ella.

Pero las organizaciones que integran la liga deberían tener claro que esos dos millones de personas que compran boletos cada temporada, ese crecimiento exponencial que ha tenido el espectáculo, no se debe únicamente a la voluntad de los clubes de crecer, sino a la tremenda difusión que hoy tiene nuestra pelota a través de los periódicos, radios, televisión, internet y otros vehículos de información.

La proliferación de nuevos medios ha ido de la mano del despliegue que ahora hacen los tradicionales. Era impensable en El Nacional, hace 20 años, tener a cinco personas cubriendo la temporada, y entre tres y cuatro páginas diarias con noticias, entrevistas y resultados del campeonato.

Pero este desarrollo ha sido inversamente proporcional a las facilidades para cumplir nuestra asignación.

La relación de la LVBP con los medios se retrata en la frase de Luis Rodolfo Machado, gerente general de las Águilas, al presentar la temporada: “Hicimos mejoras al palco de prensa, para los periodistas que tanto se quejan”.

Esa visión debe cambiar. Las novenas nos necesitan tanto como nosotros a ellas, aunque no lo entiendan. Porque los medios de comunicación son aliados involuntarios de la liga en la difusión y desarrollo de nuestro beisbol.

Publicado en El Nacional, el lunes 8 de noviembre de 2010.