Sabermetría y el beisbol del Caribe (II)
Abundemos con ejemplos sobre la columna anterior, dando aplicación práctica y sencilla a la sabermetría en un torneo como el nuestro.
El primer caso: Adonis García.
El cubano es una de las figuras del campeonato. Ha mostrado fuerza, contacto y defensa. Incluso su OBP, el promedio de embasado, está por encima de la media de la liga, con .356 puntos al escribir estas líneas. Pero ese OBP sólo se nutre de los hits.
García llegó a la jornada dominical con una base por bolas. Una. ¿Que eso no importa, porque está bateando? Sí importa.
Es posible predecir un profundo hiato de improductividad. Le ocurre a todos. Y su producción depende nocivamente del average que tienen las pelotas que pone en juego, el BABIP, que cuenta sólo los hits y los turnos fallados, descontando jonrones y ponches, es decir, descontando aquello que no es “fildeable”.
Lo normal es que el BABIP de cada quien ronde la media de la liga, unos 30 puntos por arriba o por debajo. Los paleadores muy buenos fuerzan ese promedio hacia lo alto y los más malos, lógicamente, lo jalan hacia abajo.
No tenemos el promedio de este año, pero suele estar cerca de los .310 puntos. Muy a menudo, el BABIP muy alto o muy bajo sufre ajustes. García tiene .339 de BABIP. ¿Es muy elevado? No tenemos antecedentes de él como bateador, por lo que desconocemos si buscará la media de la liga o si ese es su BABIP habitual. Pero hay un detalle que preocupa, relacionado con eso, y lo citamos arriba, al recordar que todo toletero, tarde o temprano, sufre un slump en algún momento de la campaña.
García corre el peligro de que, al llegarle el slump, no pueda ayudar de ningún modo a su equipo, porque no toma boletos. En ese lapso, dure cuanto dure ese período, será un peso muerto, como quizás quede claro con el siguiente ejemplo.
Segundo caso: Marwin González.
Tiene una corta, pero fructífera trayectoria en Venezuela. Comenzó la temporada con buen average (.317), un brillante OBP (.398) y un slugging aceptable para su posición (.431) durante su carrera.
Este año, el nativo de Puerto Ordaz batea para .314 en 51 turnos. Ha alineado segundo.
Un toletero con ese average es perfecto para el segundo turno, ¿verdad? Aquí está la trampa: sí, el average ayuda, pero mucho más ayuda el promedio de embasado.
El guayanés ha pisado el home siete veces, una cifra igual o inferior a otros siete de sus compañeros con similar cantidad de turnos. ¿No es raro? Si González ha estado en la parte alta del orden ofensivo y ha bateado sobre .300, ¿por qué no sobresale entre los suyos en el total de anotadas?
No sobresale, porque su promedio de embasado ha sido un discreto .327, ya que en sus 12 juegos sólo ha tomado un boleto.
¿Va a mejorar esas cifras? Posiblemente. Medio centenar de viajes es una suma pequeña para hacer proyecciones. Pero permite mirar atrás y evaluar.
El tope de anotadas en el Caracas, al redactar esto, era 12. Lo compartían Daniel Mayora, que el sábado llegó a la docena, antes de lesionarse, y Josh Satin, que tiene más de una semana de haber sido despedido.
Sí, Satin.
No vamos a discutir aquí los motivos de su baja, si estuvo bien o no. Sólo interpretaremos las cifras: el único modo de que alguien con .146 de average pueda ser líder en anotadas en su equipo es que haya encontrado el modo de embasarse con frecuencia. Satin, de hecho, llegó al pasado fin de semana igualado con Grégor Blanco en el liderato de bases por bolas recibidas y su OBP al decir adiós quedó en .407, excelente.
Mayora, que ha bateado del medio hacia atrás, tiene .372 de OBP, un promedio también bastante bueno.
Embasarse es el inicio del proceso de producción, una clave aún oculta para algunos. Vean esto, si no lo creen: Wladimir Sutil, un jugador suplente, tenía el domingo 34 turnos, 16 menos que González, pero sumaba la misma cantidad de anotadas que él. La razón salta a la vista: Sutil tenía .310 de promedio de bateo, lo que le colocaba junto a su compañero, pero con un brillante .412 de OBP.
Y cuando alguien se pone en circulación casi la mitad de las veces que va a batear, no importa si batea por arriba o por debajo de .300; será muy capaz de ayudar a su equipo mucho más que otro que no tome boletos con la misma frecuencia.
Publicado en El Nacional, el lunes 7 de noviembre de 2011. Con algunos comentarios adicionales en el blog.
excelente explicacion!
Excelente analisis Ignacio! Muy certero y preciso. Casualmente converse con Bill James de estos casos en la pelota invernal hace poco y esta bien enterado de la falta de data extendida para hacer comparaciones. Para lo que tenemos y con lo que se puede comparar tus ejemplos son excelentes y con gran aplicacion. Deberiamos tener mas de esto y que los equipos lo aplicaran. Mas de un importado habra sido despedido injustificadamente.
Muy buena la explicación para quienes nos iniciamos en este interesante aspecto… la sabermetria… como dato curioso te comento que aunque por años he seguido las estadísticas de la LVBP, y como informático conozco su importancia, nunca me habia interesado en estas estadisticas hasta que comencé a leer via twitter tus "discusiones" con Richard Gomez, Saludos!
Por cierto, hablando del OBP, leo en Wikipedia la formula del OBP:
OBP = (H+BB+GP) / (VB+BB+GP+SF)
donde SF son los Sacriflys, pregunto 2 cosas:
1) Por qué se penaliza el OBP de un bateador al sumarle los SF?
2) y en caso de que hay un criterio que lo justifique (obvio lo hay y lo desconozco 😉 por qué no se toman en cuenta los SH, osea todos los sacrificios y no sólo los flys de sacrificio?
Gracias de antemano,