EL EMERGENTE

Por Ignacio Serrano

Fue un cambio inusual. No es común que dos equipos de la LVBP o cualquier otro circuito se traspasen jugadores de la misma posición y más o menos las mismas características.

Los Leones del Caracas adquirieron al patrullero Anthony Jiménez. Los Tigres de Aragua recibieron al también jardinero Edward Pinto. Y nos toca ahora hacer una radiografía de esa transacción.

¿Por qué ese pacto?

Es evidente que ambas organizaciones tuvieron motivaciones. No serán parte del debate publico, oficialmente, pero existen y son parte de las conversaciones entre pasillos en el circuito.

El Caracas posiblemente haya perdido la fe en Pinto, debido a sus múltiples problemas físicos. Llegó procedente del Magallanes como una pieza que iba a aportar defensa y, sobre todo, ofensiva. Eran tiempos en los que prometía eso y más en las granjas de los Rangers de Texas.

Su aporte en la capital, sin embargo, terminó siendo muy limitado, tanto en tiempo de juego como en estadísticas.

Jiménez, por su parte, no ha podido asentarse en la liga. Quizás no sea casual que en un lustro haya sido cambiado cuatro veces. Talento tiene todavía, y sin embargo ha salido dos veces de Aragua, una del Zulia y una de Lara.

Es posible que este pelotero de múltiples herramientas sea víctima de las ráfagas de su juego. ¿Es acaso un aspecto mental? ¿Falta de foco o distracción? Cualquiera que resulte la causa, el punto está en las prolongadas sequías que a veces sufre con el madero y los eventuales lapsus que ha protagonizado al campo.

Dicho esto, pareciera ser Jiménez, todavía, el jugador con el techo más alto. Por una parte está su edad, un poco más joven qué Pinto. Por otro lado, cuenta con una dosis de poder que por fin ha empezado a aflorar.

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Ambos son relativamente jóvenes, todavía, aunque los Tigres reciben a alguien con más experiencia, ya con una década de servicio en el beisbol invernal.

Ambos son rápidos, también. Pueden defender cualquiera de los jardines. Pueden alinear en lo más alto, si sus managers así lo desean. Carecen de restricciones, porque ya no juegan en el sistema de MLB. Y su presencia en la nueva liga de verano es una señal de que quieren mantenerse jugando beisbol a la espera de una nueva oportunidad.

Pero ¿qué los diferencia, que pueda resultar un beneficio para los aragüeños?

Pinto es superior con el guante al momento de leer los batazos y desplazarse en el outfield. Es un bateador zurdo, lo que ofrece la posibilidad de balancear el lineup. No ha padecido bajones de concentración. Su principal inconveniente han sido las lesiones y no haber logrado jugar al nivel de las altas expectativas que hubo con él.

Jiménez tampoco ha volado todo lo alto que se presumía volaría. Parecía predestinado a las Grandes Ligas cuando se estrenó con los propios bengalíes. Cuenta con un brazo excepcional, uno de los más potentes en Venezuela, aunque no sean muchos los aficionados y analistas que se hayan percatado de ello. Poco importa. En el estadio Universitario, y bajo el foco potenciador que significa defender uno de los clubes más populares del país, tendrá la ocasión de mostrarse a plenitud.

Está, además, esa progresión que le ha convertido de promesa en bateador respetable y finalmente en toletero de peligro en la LVBP. Todavía no puede considerarse como un pelotero consolidado. Necesita repetir la cosecha de la 2020-2021 y hacerlo como titular ante zurdos y derechos, sin sufrir bajones de importancia.

Ambos estarán a prueba. Hasta ahora no han sido peloteros sobre quienes construir aspiraciones en la liga. Pero pueden resultar útiles en una causa campeonil. Y al menos uno de ellos parece contar, todavía, con rango suficiente como para convertirse en algo más.

Por Ignacio Serrano

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