EL EMERGENTE

Por Ignacio Serrano

Una verdadera bomba noticiosa cayó este viernes en Maracay. Wilson Ramos es uno de los orgullos de la afición aragüeña y ese día fue enviado a los Bravos de Margarita junto a Edward Olivares y Osmer Morales, en un cambio en el que los Tigres recibieron a los grandeligas Pedro Ávila, Thairo Estrada y al recluta Luis Rijo.

Este no es un pacto cualquiera. Hay seis peloteros involucrados: tres bigleaguers en ejercicio, un prospecto y dos jugadores más con experiencia en la MLB, incluyendo a una de las referencias de la franquicia central en los últimos años.

Hay que analizar este canje. Y lo vamos a hacer desde las dos aceras.

Para los Tigres representa un movimiento más en ese recorrido agresivo que ha decidido seguir la oficina desde el cambio de mando, hace un año, y especialmente en lo que va de 2023. Nadie ha hecho más transacciones de este tipo que Aragua desde que se reabrió la bolsa de peloteros. Y en estos movimientos ya hay que empezar a ver la mano de Buddy Bailey como parte de ese cuerpo decisor.

Bailey regresa para una tercera etapa al frente de los bengalíes. Y ahora forma llave con el presidente Víctor Zambrano, el gerente deportivo Renny Bernal y ese grupo de asesores que incluye a David Brito.

A diferencia de los pactos realizados hasta el año pasado, motivados por el veto de la OFAC, acá hay una nueva tendencia. Han llegado cinco grandeligas al José Pérez Colmenares, al costo de dos, si no contamos como tal a Ramos.

Bailey, si acaso se reportan todos, va a tener a disposición a tres peloteros rápidos y multiposición en Yonny Hernández, Gabriel Arias (llegados de los Tiburones) y ahora Estrada. Ya sabemos lo que le gustan los utilitys al estratega estadounidense, y más cuando saben batear.

Ávila es un abridor de fuste en esta liga y todavía cuenta para los Padres de San Diego. Tendrá para la receptoría a Rafael Marchán (otro que vino de La Guaira). Y en cambio, se ha quedado sin Anthony Santander, Olivares y Ramos.

Grosso modo, no está mal. Hubo jóvenes involucrados en las idas y vueltas, pero no está mal desde el punto de vista de los Tigres cuando se ven los nombres principales del botín general.

Puede que Santander quisiera jugar con los escualos, como confesó días atrás. Y es un hecho que Olivares se convirtió en un problema, al rechazar la posibilidad de reforzar a los felinos en la pasada recta final, pese a que estaba en plena forma, porque se encontraba activo y con permiso para jugar en República Dominicana.

Eso matiza ambas transacciones. El cambio del segundo, especialmente, estaba cantado. El recordado Rodolfo José Mauriello lo expresó alguna vez así, con su estilo descarnado: fue un traspaso hecho por odio, porque se deterioró la relación.

La salida de Ramos es otra cosa. Acaba de reencontrarse con su público y mostró un buen bate. Puede decirse que la llegada de Marchán y la presencia de Yorman Rodríguez hicieron que resultara prescindible. Pero quizás haya otras motivaciones. En Maracay están tratando de hacer énfasis en el manejo del pitcheo, el mascoteo, el convertir bolas en strikes, y es inevitable no recordar las quejas públicas que al respecto hizo el as Noah Syndergaard cuando ambos compartieron con los Mets de Nueva York.

¿Habrá sido esto el desencadenante? ¿O habrá sido la edad del carabobeño? Después de todo, tendrá 36 años antes de empezar la campaña 2023-2024 de la LVBP. Sea con su antigua escuadra o con los Bravos, es muy poco el tiempo que le queda para continuar activo.

Ávila está comenzando la temporada en Triple A, pero será el número uno en la rotación de los Tigres si dice presente. Estrada es un gran talento, que actualmente ocupa la segunda base de los Gigantes de San Francisco y acaba de cosechar 14 jonrones y 21 bases robadas en el Big Show. Vaya, si es que fue finalista del Bate de Plata. Es mucho lo que pueden ganar los rayados, viendo este movimiento a través de esa segmentación «dos por dos».

Pero son tres los que llegan y los que se van, no lo olvidemos. Morales pasa también a Margarita y Rijo al Aragua.

Se trata de dos lanzadores derechos, con resultados inciertos en el circuito local. Por lo tanto, se convierten en apuestas de sus nuevas divisas.

A Rijo le fue mal en su debut en la liga. Eso fue en la 2022-2023. Antes, dejó sólidos números en las Menores, con 3.20 de efectividad en seis torneos como abridor, casi un ponche por inning y muy buen control. Ya tiene 24 años de edad, lo que importaría poco si no fuera agente libre. Busca organización en el norte desde noviembre. Pero tiene herramientas y ahora va a lanzar en un parque espacioso, mejor para pitchers que para bateadores.

Morales se convertirá en el próximo experimento de los insulares. En ocasiones han logrado sacar oro de donde solo parecía haber plomo, como testifican los casos de David Ramos, Henry Centeno y Julio Vivas. Puede abrir y relevar. No ha logrado triunfar en la LVBP. En octubre cumplirá 31 años de nacido y se reencontrará con su antiguo timonel.

Para los Bravos es importante que el diestro dé un paso al frente. Pero más importante todavía es que Wilson Ramos se uniforme temprano, cosa que será más posible al saber que hará batería con su hermano David. Ese es un gran incentivo. Y los neoespartanos están contando con que Olivares también se reportará, para poner a disposición sus cinco herramientas.

Esta es la clave del cambio para los dos clubes. Porque no olvidemos que Estrada jamás llegó a debutar con Margarita. Hay más motivos para suponer que los recién llegados se pondrán a las órdenes del manager José Moreno. Y si eso pasa también en el otro lado, Aragua crecerá en pitcheo y versatilidad, dos áreas sobre las que Bailey basa siempre su búsqueda del éxito. Sí, este pacto fue una bomba en Maracay. Pero ambos sacarán provecho, si todas las piezas calzan donde van.

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(Ignacio Serrano)

Foto: @SFGiants

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