Manuel González: el otro bigleaguer venezolano

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Manuel González hace carrera como umpire en los juegos de exhibición de grandes ligas y por ello decidimos rescatar esta entrevista que le hicimos en 2009


Manuel González quiere ser el «Patón» Carrasquel de los árbitros venezolanos.

El umpire carabobeño, que en marzo de 2008 se convirtió en el primer criollo en trabajar como juez en encuentros de exhibición, sabe que es un precursor y espera, a los 29 años de edad, completar el ciclo que le lleve a las mayores. Le falta poco. Está en triple A.

Carrasquel fue el primer pelotero criollo en la gran carpa y abrió un grifo que no se cierra. Así, González aspira a que detrás de él vengan muchos árbitros más.

-¿Te ves como el «Patón» Carrasquel?
-Todo comenzó como un sueño en las menores, con escasas expectativas y más preguntas que respuestas. Pero a este nivel, sí, quiero ser quien abra esa puerta a tantos muchachos con talento. Mi meta es llegar a las grandes ligas y establecerme. Una vez que llegas a triple A todo se hace más difícil, pero la meta sigue siendo esa.

-¿Es muy dura la vida de un umpire en las menores?
-Trabajamos un solo grupo los cinco meses. Somos un equipo de tres y vamos en una van de arriba para abajo. Todos los viajes se hacen por carretera. Lo más difícil es estar lejos de la familia. Estoy agradecido que me hayan abierto las puertas y poder vivir una cultura admirable, pero es un país extraño y echas de menos a tu gente. Todos los trabajos tienen cosas buenas y malas, y esa es la parte mala del mío. Tengo una bebé de 16 meses, y mi esposa, Lenna, que es profesora, va para allá cuando tiene vacaciones. Es un apoyo muy grande. Pero en general es una vida bastante solitaria. Tienes que centrarte.

-¿Es muy diferente a arbitrar en Venezuela?
-Aquí el beisbol es apasionado y la fanaticada se mete mucho en lo que pasa. En Estados Unidos, la gente es más calmada, va a los estadios a estudiar el juego. A uno le pega que aquí te digan 20.000 cosas, pero cuando estoy allá, echo de menos que alguien salga a recordarme a la mamá, así sea de vez en cuando. Parece mentira, pero es así. Uno está en un estadio con 15.000 personas y no hay un cervecero o un vendedor de papitas. Uno extraña estas cosas. Nací en este beisbol, esta es mi cultura y le debo muchísimo a mi país. Siempre regreso con ganas de empezar a trabajar de inmediato, aunque esta temporada tuve que ir antes a un campamento de grandes ligas, en Arizona. Mientras mi salud y mis proyectos lo permitan, seguiré viniendo a esta liga. Aquí empecé y aquí quiero terminar.

-¿Cuál es el mayor placer de arbitrar?
-Estar contento conmigo mismo. Los umpires somos nuestros mayores críticos y sabemos cuándo nos equivocamos. Debemos tratar de minimizar los errores y ver porqué pasaron.

-¿Qué sucede cuando se sabe que hubo un error?
-Me digo que no volverá a pasar. Y punto. Hay que dejarlo atrás. Esa jugada del primer inning no puede afectarte en los siguientes. Te equivocaste, ubicas el porqué y que no vuelva a pasar. En Estados Unidos nos dan muchas herramientas, pero cada jugada es diferente y al final también juegan el instinto y el día a día. Trabajar constantemente es importante, hay que estar listo para las jugadas que pueden suceder.

-¿También les enseñan a cantar un tercer strike con estilo?
-A medida que te vas acercando a las grandes ligas, nuestros supervisores nos dicen que somos parte del espectáculo y nos sugieren cómo decretar ciertas jugadas, cómo movernos, cada cual a su manera. Lo más importante es estar tranquilo, relajado. Si uno pierde la calma es como gasolina para el fuego. Hay que respirar y relajarse. Mientras más relajado, más vas a controlar tus emociones y serás más objetivo.

-¿Y cuando alguien que protesta se sobrepasa?
-Volvemos a la experiencia que te da el día a día. Esas situaciones van a pasar mil veces en tu carrera, no tiene sentido perder la calma. Hay que respetar al pelotero y evitar la pelea. Yo he cambiado con el tiempo, hoy soy mucho más calmado.

El recuerdo de Pompeyo. González tiene muchas anécdotas del beisbol venezolano, incluyendo el episodio que cita como el peor que haya vivido hasta ahora, con Luis Dorante como coprotagonista. También tiene anécdotas, y durante la charla va dejando colar una sonrisa amigable que poco semeja la de un riguroso juez de casi 1,90 metros de estatura.

-¿Cuál ha sido tu peor momento como umpire?
-Sucedió hace cuatro años. Un manager venezolano me agarró por el cuello de la camisa en Puerto La Cruz y los dos nos fuimos al suelo. Fue lo más fuerte que me ha pasado. Me sorprendió la reacción que tuve en ese momento. Me dije que después de eso, nada podría sacarme de mis casillas. Después hablé con esa persona y no quedó rencor. Entendemos las presiones que hay sobre los peloteros y los managers. Esta es una liga muy fuerte. Cuando un pelotero que gana mucho dinero no está produciendo, tiene que verse afectado. Pero queda allí. No me llevo nada a casa. La idea de nuestro trabajo es hacerlo lo más perfecto posible, uno no quiere influir en el resultado del juego.

-¿No se sienten los malos de la película? Nadie les aplaude nunca.
-No. Pero me he conseguido fanáticos que me gritan de todo y que luego, afuera del terreno, hasta me han pedido un autógrafo. Creo que todo es parte del calor del juego.

-¿Con qué managers es mejor trabajar?
-Buddy Bailey y Alfredo Pedrique son unos caballeros. Frank Kremblas también. Un manager profesional te deja mucho. Y uno debe sacar algo de los managers, de los peloteros y hasta de los aficionados.

-¿Cuántas veces alguien ha hecho teatro al salir a protestar?
-Muchas. El trabajo de un manager es defender a sus peloteros y la situación te da las claves de eso. A veces es más importante que te boten a ti como piloto que a un pelotero. Eso es algo que los umpires respetamos. Parte del trabajo de ellos es hacerse expulsar, para tranquilizar a un pelotero que te puede ayudar a ganar en los últimos innings.

-¿Qué es lo más divertido que te ha sucedido?
-Cuando empecé en la temporada 96-97, en mi segundo o tercer juego, el señor Pompeyo Davalillo era el manager de los Caribes. Tuve una jugada en tercera base y él salió a protestar. Me dijo: «Quiero que me expulse el árbitro más joven de la liga. Y quiero que me expulses ya». ¿Qué le podía decir? Yo tenía 16 años de edad. Le pregunté si era verdad que quería que lo botara y me lanzó la gorra. Así que lo expulsé. Después pasó por el cuarto de árbitros, a desearme suerte en mi carrera. Quedé loco.

-¿Cómo empezaste?
-Por suerte. A los 12 años jugaba en la liga Bolívar Martí, en Guacara. Había muchos problemas para conseguir árbitros y el presidente de la liga optó porque los muchachos nos rotáramos. Así comenzó. En 1996, Rubén Mijares nos invitó a un curso en Barquisimeto. Comencé a trabajar algunos juegos en Valencia, porque aún estaba en bachillerato. Cuando entré a la universidad, pude empezar a viajar. Llegué al octavo semestre de ingeniería química, pero el arbitraje me robó el corazón.

-¿No soñaste con ser pelotero, en vez de umpire?
-Claro. Yo era primera base y catcher. Tenía mis ídolos: Baudilio Díaz, Antonio Armas, Andrés Galarraga, Omar Vizquel, Luis Sojo, Cristóbal Colón, Oscar Azócar.

-¿Y ahora?
-Admiro muchísimo a Henry León y a Francisco Ramírez, que han sido un apoyo tremendo para todos nosotros. La experiencia es la forma más importante de aprendizaje, y ellos la tienen. Lo único que me diferencia de ellos es que tuve más suerte y más herramientas.

-¿Se lesiona, un umpire?
-Muchísimas veces. Es un trabajo fuerte, físicamente. Hay que trotar, hacer gimnasio. Sufren las rodillas y la espalda. Estás parado muchas horas, Recibes golpes, igual que un pelotero.

-¿Cómo es la rutina en el spring training?
-Tenemos que hacer gimnasio y trabajar situaciones de juego. Cuando comienzan los encuentros de exhibición, hacemos igual que los peloteros: arbitramos unos innings en una base y podemos pasar a otra, dependiendo de lo que decide el supervisor.

-¿Qué falta para dar ese último paso, llegar a las mayores?
-No sé. La oportunidad está allí. Las puertas están abiertas. Falta el empujoncito de la gracia divina, seguir trabajando y esperar la oportunidad.

El dato:
Manuel González se convirtió, en marzo de 2008, en el primer umpire venezolano en arbitrar encuentros de grandes ligas en el spring training. Estuvo en la Liga de la Toronja, donde repitió un año después. En 2010 asiste a la Liga del Cactus, ya a tiempo completo y en espera de una asignación definitiva en el staff de los hombres de azul en la gran carpa

Publicado en El Nacional, el domingo 15 de febrero de 2009. Ampliado y editado para el blog. Las fechas y situaciones han sido actualizadas a marzo de 2010.

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Ignacio Serrano
Ignacio Serranohttps://elemergente.com/
Soy periodista y actor, y escribo sobre beisbol desde 1985. Durante 33 años fui pasante, reportero y columnista en El Nacional, ESPN y MLB.com, y ahora dirijo ElEmergente.com. También soy comentarista en el circuito radial de Cardenales de Lara y Televen. Premios Antonio Arráiz, Otero Vizcarrondo y Nacional de Periodismo.

3 COMENTARIOS

  1. Felicitaciones a Manuel Gonzalez, nuestro nuevo grandeliga. Uno mas a la lista Ignacio, creo que deben sumarlo como otro bigleaguer venezolano, no se digo yo

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