EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano
Los Tigres de Detroit sumaron esta semana al agente libre venezolano Eduardo Rodríguez. Comienza así una nueva etapa en la carrera para quien llegó a ser uno de los brazos más prometedores de la Liga Americana. Y ojo, que quizás empiece también la mejor parte de su recorrido por las Grandes Ligas.
Rodríguez experimentará dos cambios drásticos en 2022. La mayor parte de sus juegos serán en el Comerica Park, no en el Fenway Park. Y la mayor parte del tiempo le lanzará a equipos del Centro, no del Este.
Veamos lo primero, que es el ajuste más obvio.
Fenway es uno de los estadios más ofensivos del beisbol. Su índice por arriba de la media es abrumador. Y eso responde a la lógica de cómo está construido.
Los postes de fair están muy cerca del home (310 pies por el left y 302 pies por el right). El espacio crece en el callejón del right-center, pero a costa de tener la pared del left-center a tiro de elevados que serían inofensivos en otros lugares.
El Monstruo Verde convierte en sencillos una miríada de batazos que serían outs fáciles en caso de tratarse de un sitio con medidas tradicionales. Y a eso hay que añadir que la zona de foul es muy pequeña –y casi inexistente al superar las almohadillas–.
Así que Rodríguez deja un parque donde muchos elevados fáciles daban contra la pared de la izquierda y donde muchos fouls caen en el público en vez de caer en los guantes de los defensores. Un parque cortísimo por las bandas, además.
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Comérica tiene 345 pies por el left y 330 por el right. La pared del center está a 420 y tiene una longitud mucho mayor a lo ancho que su par en Boston. La zona de foul es ligeramente mayor.
Allá por 2007, cuando resultó campeón bate de la Liga Americana, Magglio Ordóñez aseguraba que habría dado por lo menos 10 jonrones más si hubiera jugado en otra ciudad. Y en este 2021 Miguel Cabrera bromeaba con la idea de que no tendría 500, sino 600 vuelacercas, en caso de haber jugado en otro lugar.
En el índice Park Factor, que se calcula según las carreras que se anotan en cada escenario, Fenway ocupó el sexto lugar este año. En cambio, Comerica terminó en la plaza 29.
Rodríguez se verá aún más beneficiado por la dificultad que tienen los toleteros para dar bambinazos en su nuevo hogar. Detroit es una de las dos plazas donde resulta más difícil sacar la pelota del campo.
A eso hay que añadir que ya no verá las potentes alineaciones de los Yanquis, Azulejos y Rays, y que en cambio sus rivales más frecuentes serán los Mellizos, Reales e Indios. En el Este jugaba en cinco estadios favorables al bateo y el único club flojo son los Orioles. En el Centro encontrará más escenarios neutrales o dados al pitcheo, con los Medias Blancas como único lineup blindado.
Rodríguez va a sacar buen partido de eso. Olvidemos por un momento su efectividad en 2021, que puede haber estado inflada por la defensiva de Boston y ciertamente por una mala primera mitad. Estamos ante un pitcher que en una «temporada mala» acaba de ponchar a 10,6 rivales por cada nueve innings, con apenas 2,7 boletos en el mismo lapso. Un pitcher con 3.32 de FIP, que además tuvo 3.77 de efectividad después del Juego de Estrellas.
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Es un pitcher que acaba de quebrar sus mejores registros personales de abanicados y bases por bolas por cada nueve entradas, rozando su mejor marca de jonrones.
Rodríguez vivirá un cambio drástico a partir de 2022. Y será para bien. No hay modo de asegurar que en efecto lanzará en una Serie Mundial, como acaba de declarar, cruzando los dedos. Pero tendrá la posibilidad de aprovechar un mejor estadio, donde sacar mayor provecho a su talento. Y todo, con un contrato que le asegura el futuro a él y a su familia. Negocio redondo.
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