Por Ignacio Serrano
Anderson Espinoza pasó un día en las Grandes Ligas. Este martes fue devuelto a Doble A por los Cachorros de Chicago. Pero su estadía de 24 horas en la MLB resultará una de las noticias más felices para la embajada de Venezuela esta temporada.
Espinoza embarcó rumbo a Tennessee. Allí se encuentra la sucursal de los oseznos, desde donde dio el salto para graduarse como bigleaguer este lunes.
Tiene 24 años de edad. Es caraqueño. Y su próximo ascenso no podrá compararse con esta fugaz experiencia, aunque regrese para quedarse. Porque creció como súper prospecto y las lesiones le pusieron al borde del adiós durante casi un lustro.
«Un sueño hecho realidad», escribió el propio Espinoza en su cuenta personal en Twitter.
PROSPECTO, SÍ, PERO ¿PREDESTINADO?
Espinoza fue una de las principales firmas en el proceso internacional de reclutamiento de 2014.
Algunas fuentes ubican su bono en 1,8 millones de dólares, cantidad que pagaron los Medias Rojas de Boston para hacerle saltar al profesional.
De inmediato firmó también con los Leones del Caracas, visitó el Universitario, fue rodeado de periodistas.
Todo marchó bien con Espinza, mientras aparecía en las listas de mejoores prospectos de Baseball America, MLB Pipeline o Baseball Prospectus.
Era una fija. Un tiro al piso. Un predestinado.
Su vida dio un vuelco en 2016. Y no por haber sido cambiado a los Padres de San Diego, que entregaron por él a Drew Pomeranz, uno de sus mejores brazos ese año. Apenas ocho juegos después de ese canje, se lesionó. Y el calvario que comenzó duraría un lustro, justificando el jolgorio con que lo recibió la prensa de Estados Unidos.
SUPERÓ 2 TOMMY JOHN
Espinoza debió someterse dos veces a la Cirugía Tommy John y batalló contra diversas dolencias. No tiró un solo pitcheo en juegos oficiales entre 2017 y 2020.
Reapareció entre aplausos en el Spring Training de 2021.
“Realmente estoy sin palabras”, declaró a Marquee Sports Network y otros medios, al finalizar su estreno. “Estoy agradecido con Dios y con la organización, por darme esta oportunidad. Nunca perdí la fe. Siempre supe del talento que tenía. Seguí trabajando y afortunadamente llegó este día”.
En Chicago cambió todo, esta vez para bien. Todavía suelta la recta a 95 millas por hora, pero además aprendió un slider, le mantuvieron en el roster de 40 desde el año pasado y ahora es un grandeliga más de los Cachorros.
Volver a Doble A era parte del plan. Probarse arriba y dejar la puerta abierta al salir, un sueño cumplido.
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(Ignacio Serrano)
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