EL EMERGENTE

Por Ignacio Serrano

Las Águilas del Zulia se movieron rápido para entrar este año al mercado de la LVBP. Y protagonizan la segunda entrega de esta mini serie de columnas al participar, con cinco peloteros, en el mega jueves que vivió la pelota venezolana, justo en el último día de acción del beisbol invernal por esta temporada.

Veamos primero lo que pierden: el campocorto Humberto Arteaga.

Arteaga es, ciertamente, un shortstop de élite en esta liga, hablando en términos estrictamente defensivos. Tiene buen alcance, un guante refinado y buen brazo. Fue así desde que pertenecía a los Navegantes del Magallanes.

Eso le permitió llegar a las Grandes Ligas con los Reales de Kansas City, a pesar de que no era una amenaza con el madero. Y fue eso lo que sedujo a los rapaces, cuando lo adquirieron en un canje previo con los turcos.

Las paradas cortas han sido una preocupación en Maracaibo durante más de una década. Fue eso, por ejemplo, lo que les llevó a salir del Pollito Rodríguez, cuando éste subía en las granjas de los Rojos de Cincinnati como shortstop.

Los occidentales no querían un campocorto bateador, como podían serlo el Pollito o Alí Castillo, que una década atrás también se probaba en esa posición. Buscaban alguien que hiciera las de rutina, que llegara a donde no llegaba la mayoría y completara dobleplays como ninguno.

Ese fue Freddy Galvis. Cuando el grandeliga falconiano se convirtió en el dueño de ese sector del cuadro, las Águilas por fin volaron alto. Toda una generación coincidió para que los alados conquistaran la corona del campeonato 2016-2017; pero el nativo de Punto Fijo fue la pega que unió esas piezas valiosas, en criolla analogía de lo que David Concepción representó para la Gran Maquinaria Roja en la MLB.

Galvis se consolidó en el exterior y se volvió inasible para la LVBP. Pero entonces llegó Arteaga junto a José Tábata en el pacto que envió a Valencia a Wilfredo Bocán.

Arteaga cumplió con el papel asignado. Ha sido un short de fina defensa, que además evolucionó con el madero. No es un bateador de élite. Pero desde que se puso el uniforme de los aguiluchos ligó para .293, con .727 de OPS.

Ese crecimiento ofensivo es consistente con lo que siguió enseñando en el norte, mayoritariamente en las Ligas Menores. Finalmente, tuvo otra pasantía por el Big Show, en 2021, con los Nacionales de Washington.

Zulia lo entrega, ahora. Se queda sin quien era –supuestamente– la solución de continuidad ante la marcha de Galvis. Cede a un paracorto de clase, que además está alcanzando su cénit como productor. ¿Tienen con qué reemplazarlo de inmediato?

En principio, sí. El prospecto Osleivis Basabe tiene ya dos campañas como titular y se ha visto bien. De hecho, él fue el shortstop en la 2021-2022, con Arteaga mudándose a la intermedia. Y más abajo está el también talentoso y jovencísimo José Salas.

Basabe debe ser el elegido para la 2022-2023. Otros infielders, como Castillo, Jorbit Vivas o Erick Epifano, están para otros roles. Y la generación de Salas y Jackson Chourio, a quien pusieron un inning en el short, no está lista para asumir un peso tan grande.

Si el relevo está asegurado, queda ver entnces lo que gana el Zulia con este traspaso.

Primero, lo obvio: versatilidad presupuestaria. No es secreto que en Maracaibo ponen mucho reparo a la nómina de peloteros. El mejor ejemplo está en la importación de estos años recientes, que ha sido escasa y de salarios discretos.

Segundo, adquirir talento que ayude en el corto o mediano plazo.

Deiner López, en ese sentido, puede apoyar a Basabe en el campo corto. Es su posición original, tiene buen brazo y largo alcance. Todavía no ha conseguido la consistencia que le permita ser jugador de todos los días allí. Pero es rápido y puede convertirse en un utility de juego diario.

Así fue en Maracay. Acaba de tener su primer torneo como regular, tras años como suplente en Cardenales. Bateó para .310, con .790 de OPS en 159 aparciones en el plato. Mejor que Arteaga. Tiene velocidad, mucha, y robará muchas bases cuando aprenda ese arte. Le gusta embasarse con toques de bola y es una flecha para tomar dos almohadillas con las conexiones de sus compañeros.

López, por todo eso, puede gustar a la afición. Si alcanzó su techo en la 2021-2022 o todavía puede crecer, es algo que está por verse. Ya tiene 27 años de edad y acaba de jugar en la liga de verano. Pero en su versión actual, es una pieza adecuada que tendrá espacio para mostrarse en el equipo de su tierra natal. Porque, sí, es oriundo de Santa Bárbara.

Los otros tres recién llegados son lanzadores. Conseguir a cuatro por uno a cambio de un pelotero como Arteaga no deja de ser un éxito. Sin embargo, resta por ver si todo lo que brilla en este pacto realmente es oro.

Francisco Carrillo puede formar un tándem interesante con Danny Rondón en el rol de setup. Lanzó en 32 de los 49 juegos de Aragua, nada menos, y su efectividad de 3.71 debería mejorar en el Luis Aparicio, paraíso de monticulistas.

Carrillo parece haber recuperado su mejor forma de tiempos pretéritos, cuando despuntaba con el Caracas. En un mundo ideal, él y López pudieran pagar el canje.

También llegaron Alexis Tapia e Ismael Guillón.

Tapia viene de una muy mala cosecha con los Tigres y desde 2018 no actúa en el exterior. Hasta la 2020-2021 fue un tirador más que adecuado con los bengalíes, también como relevista. Tiene cierta capacidad para pochar. Pero también es su peor enemigo, cuando no logra controlar la zona de strike. A sus 26 años de edad, tendrá una buena oportunidad de renacer en un club donde encontrará caminos abiertos.

Guillón es una incógnita mayor. Sí, es zurdo, y ya eso vale la pena. Pero tiene dos temporadas en claro declive con los rayados, en pocos días soplará 30 velas en el pastel y no tuvo éxito en la edición 2021 de la liga de verano.

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Zulia tiene margen de error, es cierto. Si López mantiene el paso reciente, Carrillo se convierte en la llave de Rondón en los innings 7-8 y Tapia se reencuentra, ya serán muchas las ganancias. Que la cuarta pieza también calce ya sería como encontrar Jauja.

Todo cambalache es una apuesta. Y en esta, las Águilas pueden terminar con mucho, habiendo entregado a alguien que, aunque valioso, quizás haya traído a Maracaibo un poco más de lo que se lleva en su viaje a Maracay.

(Ignacio Serrano)

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